El panorama económico internacional continuará marcado por altos niveles de incertidumbre durante 2026, como resultado de factores estructurales y coyunturales que inciden tanto en economías desarrolladas como en mercados emergentes. Tensiones geopolíticas, ajustes en políticas monetarias, presiones fiscales y cambios en el comercio global configuran un entorno complejo para la toma de decisiones económicas.
En el caso de Colombia, las proyecciones apuntan a un crecimiento moderado, sostenido principalmente por el consumo interno y algunos sectores productivos específicos. Sin embargo, persisten desafíos relevantes relacionados con el déficit fiscal, el nivel de endeudamiento público y la necesidad de fortalecer la confianza de inversionistas nacionales y extranjeros. Estos elementos influyen directamente en la estabilidad macroeconómica y en las expectativas del sector empresarial.
El contexto político también juega un papel determinante en la percepción económica. La cercanía de procesos electorales y el debate sobre reformas estructurales generan cautela en los mercados, lo que puede traducirse en decisiones de inversión más conservadoras y en una menor dinámica económica en determinados sectores.
A nivel global, el crecimiento económico se mantendría por debajo de los promedios históricos, afectado por el alto costo del financiamiento, la desaceleración de algunas economías clave y los riesgos asociados a conflictos internacionales. Esta situación limita la expansión del comercio y condiciona las perspectivas de recuperación sostenida.
Pese a este escenario, algunos factores como la adaptación de las políticas económicas, la diversificación productiva y la resiliencia de ciertos mercados podrían aportar estabilidad relativa. No obstante, la incertidumbre seguirá siendo un elemento central del entorno económico en 2026, tanto para Colombia como para el resto del mundo, obligando a gobiernos, empresas y hogares a actuar con prudencia y planificación estratégica.

