La defensa de derechos humanos conlleva grandes dosis de sensibilidad, de amor por el territorio, empoderamiento, capacidad de toma de decisiones y liderazgo. En los caminos que la comunicación me ha permitido recorrer por el territorio colombiano, en el andar constante de búsqueda de historias he encontrado toda clase de personajes que defienden y promueven los derechos humanos, desde pequeñas o grandes inactivas, llenas de poderío y diversidad.
Mujeres, hombres, jóvenes, campesinos, negros e indígenas que abordan cualquier problema comunitario o social y desarrollan frente a esto, acciones que actúan en favor de la vida, la alimentación, el agua, el nivel más alto posible de salud, una vivienda digna, educación, libertad, no discriminación entre otro sinfín de reivindicaciones no menos importantes. Algunas veces lo hacen de manera silenciosa sin saber que lo que están haciendo constituye un cambio de paradigma que contribuye a la construcción de un nuevo escenario de paz con justicia social, otras veces sus iniciativas cobran tanta fuerza que son capaces de transformar paulatinamente la realidad de sus comunidades.
Cuando hablo de la defensa de derechos humanos me es imposible no recordar historias como la de las Gaviotas de San Lorenzo, el movimiento de piernas cruzadas en Barbacoas, la pedagogía de la corrides de la profe Lola en el Patía, la guardia indígena del Cauca, el movimiento Ríos Vivos de Colombia, Héctor y la construcción de atrapanieblas en Nariño, La guipala en Popayán, entre otros tantos diálogos en los que he comprendido que la defensa de derechos humanos integra y practica una importante facultad ética y una alta responsabilidad y coherencia en la búsqueda continua de mecanismos para erradicar las vulneraciones que afectan a una comunidad desde su raíz. Los defensores de derechos humanos son soñadores constantes de que se puede vivir en sociedades más justas y equitativas.
Estamos hablando de gente que comprende bien lo que significa defender, que se reconocen en la otredad y que poseen los suficientes argumentos para saberse sujetos de derechos, por cuanto entienden bien que tienen en sus manos la facultad de contribuir a su promoción y defensa.
La defensa de los derechos humanos no es una línea de tiempo recta, ni una labor que se debe poetizar, muchas veces la tarea es desigual e injusta; penosamente estos actores sociales han sido un blanco histórico de acciones criminales, señalamientos y estigmas por parte de quienes los consideran una amenaza, ese es otro capítulo del relato; Sin embargo, la defensa de los derechos humanos como lo diría Martha Gonzáles Domínguez “El derecho a defender los derechos humanos es un derecho autónomo».
Por: Lady Viviana Guerrero Ponce

