“Vivimos en ciudades donde exigimos respeto, pero rara vez lo practicamos. Donde nos quejamos del caos, pero contribuimos a él con cada acto irresponsable que justificamos con frases como “eso no me toca a mí” o “así hace todo el mundo”. Esta es la gran contradicción de nuestras sociedades: queremos una mejor cultura ciudadana, pero no estamos dispuestos a comprometernos individualmente para construirla.
La raíz del problema está en que esperamos el cambio desde afuera. Esperamos que el gobierno eduque, que la policía vigile, que las campañas culturales concienticen. Pero poco se habla del papel fundamental que juega el compromiso individual en esatransformación.
Cada vez que alguien lanza una colilla de cigarro en la calle o insulta al vecino por redes sociales, está debilitando el tejido ciudadano. Cada acto de irresponsabilidad individual no es solo un problema menor: es una muestra de cómo hemos normalizado la falta de empatía y el individualismo extremo.
La convivencia social enfrenta retos cada vez más complejos y la cultura ciudadana se posiciona como un pilar fundamental para fortalecer las relaciones entre individuos y construir comunidades más justas, empáticas y responsables. Sin embargo, hablar de cultura ciudadana no solo implica normas, campañas o proyectos gubernamentales, significa reconocer y asumir el compromiso individual de saber y para que vivir en sociedad.
La cultura ciudadana abarca el conjunto de comportamientos, valores, normas y actitudes que guían la manera en que las personas se relacionan. No se trata solo de respetar las leyes, sino de comprender que nuestras acciones cotidianas, desde cómo tratamos a los demás hasta cómo cuidamos los espacios públicos, tienen un impacto directo en la calidad de vida de todos y es ahí donde el compromiso individual es la decisión consciente de actuar de manera ética, solidaria y respetuosa con el entorno y con los demás ciudadanos. Esto va más allá de la obligación impuesta para evitar una multa o seguir una regla de galantería, es de conciencia y de valores respaldados por diversas normas y decretos que promueven la participación ciudadana la responsabilidad social y la convivencia pacífica es el compromiso individual fundamental para construir y promover bienestar colectivo y construir una cultura ciudadana sin egoísmo, sin indiferencia sin corrupción que permita actuar incluso cuando nadie nos esté mirando.
Como hipótesis se dice que una ciudad mejor no es obra de los gobiernos, sino de miles de manos comprometidas cada día con el bienestar y la mejor convivencia en donde el compromiso individual convierte al ciudadano en protagonista, no en espectador. Y cuando muchas personas deciden actuar con conciencia ciudadana, el efecto multiplicador es inmenso”, (Docente ESAP, Esp. David Ernesto Villarreal V).

