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La Crisis del Suicidio en Nariño

Las alarmantes cifras de suicidio y de intentos de autolisis en Nariño reflejan una crisis de salud pública que demanda atención urgente. En el 2023, el departamento registró 1,600 intentos de suicidio y más de un centenar de casos consumados.

Estas estadísticas no son meras cifras; representan tragedias humanas que afectan no solo a las víctimas, sino también a sus familias y comunidades, dejando secuelas emocionales y sociales profundas.

A nivel mundial, el suicidio se ha convertido en la tercera causa más frecuente de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años, y esta tendencia se extiende a todas las regiones, incluidas las de ingresos bajos y medianos, donde se concentra el 73% de los casos. Nariño, por lo tanto, no es una excepción, sino un microcosmos de un problema global.

La reciente sesión del Consejo Departamental de Salud Mental subrayó la necesidad de abordar esta problemática desde múltiples frentes. La relación entre el suicidio, la violencia y el consumo de sustancias psicoactivas es evidente y exige una respuesta integral. Es fundamental que las autoridades y la sociedad civil trabajen en conjunto para crear un entorno de apoyo y comprensión, donde se pueda hablar abiertamente sobre la salud mental sin estigmas.

Existen intervenciones basadas en la evidencia que, aunque a menudo son de bajo costo, pueden tener un impacto significativo si se implementan a tiempo. Estas iniciativas deben ser parte de una estrategia multisectorial, involucrando educación, salud, justicia y servicios sociales, para abordar las causas subyacentes del sufrimiento psicológico.

La prevención del suicidio no es solo responsabilidad del sector salud; implica un compromiso colectivo que involucra a todos los niveles de la sociedad. Es necesario fomentar espacios seguros para la conversación, así como proporcionar recursos accesibles para aquellos que enfrentan crisis emocionales. Solo a través de un enfoque colaborativo y compasivo se podrá reducir el impacto devastador del suicidio en Nariño y en el resto del mundo.

Ante esta crisis, es imperativo adoptar estrategias de prevención que aborden tanto las causas como las consecuencias, siendo uno de los pilares en la prevención del suicidio la educación. Es crucial informar a la población sobre los signos de alerta, la importancia de hablar abiertamente sobre la salud mental y desmitificar el estigma asociado a la búsqueda de ayuda. Programas de sensibilización en escuelas, comunidades y lugares de trabajo pueden crear un entorno más receptivo y comprensivo.

De igual manera asegurar que todos tengan acceso a servicios de salud mental de calidad es fundamental. Esto incluye la formación de profesionales en el manejo de crisis, la disponibilidad de líneas de ayuda y el fortalecimiento de centros de salud mental. La atención temprana puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

La prevención del suicidio no puede ser abordada solo desde el ámbito de la salud. Es necesario involucrar a sectores como la educación, la justicia y el bienestar social. La creación de políticas integrales que promuevan el bienestar y la salud mental en todos los ámbitos de la vida es crucial para reducir los factores de riesgo.

La prevención del suicidio es un desafío que requiere la colaboración de todos. Las estrategias mencionadas deben ser implementadas de manera coordinada y sostenida, fomentando un entorno en el que se valore la salud mental y se priorice el bienestar de todos. Solo así podremos avanzar hacia una sociedad donde el suicidio no sea una opción, sino un tema que se hable abiertamente y se prevenga de manera efectiva.