Ricaurte Losada Valderrama

La corrupción también mata

Por Ricaurte Losada Valderrama

La corrupción causa muchos estragos que llega incluso a producir la muerte de quien la practica, como le sucedió a Samuel Moreno Rojas, quien hizo parte de uno de los tantos casos, donde hasta el nombre que se le colocó “-carrusel de la contratación-«, causa indignación,  un desfalco que pudo costar como un billón de pesos.

Y esa denominación es producto de la sorprendente generalización que en la contratación tiene la corrupción en el país, es decir, en los treinta y dos departamentos y los mil ciento tres municipios y distritos, pero  en Bogotá es menos difícil detectarla porque los medios de comunicación  ejercen una mayor incidencia. Además, allí están  concentrados los organismos de justicia y de control, razones por las cuales  hay mayor conocimiento, investigación y juzgamiento de los hechos. 

Samuel   y su hermano Iván, el también condenado exsenador y ex alcalde de Bucaramanga, fueron protagonistas del jet set colombiano, primero, y luego de unos de los más escandalosos expedientes de la justicia  por el saqueo de  recursos públicos.

«La corrupción causa estragos que llega incluso a producir la muerte de quien la practica, como le sucedió a Samuel Moreno Rojas, quien hizo parte de uno de los tantos casos, donde hasta el nombre que se le colocó “-carrusel de la contratación-«, causa indignación, un desfalco que pudo costar como un billón de pesos».

Nieto del expresidente Gustavo Rojas Pinilla, único dictador en la historia moderna de Colombia, tras golpe de Estado  a Laureano Gómez, e hijo de María Eugenia Rojas, tenía suficiente razón para pensar que su destino sería la Casa de Nariño. Sobre todo le ayudaba la obra gubernamental de su abuelo y el trabajo de la Capitana.

Para ello hizo carrera  en el Congreso y como Alcalde de Bogotá,   el mismo cargo que le fue esquivo a su madre,  en 1988, cuando se estrenó la elección popular de los alcaldes, perdiendo con Andrés Pastrana.

Por ello es de recordar que el Gobierno de Rojas Pinilla se caracterizó por la realización de relevantes trabajos de infraestructura,​ con obras como el Aeropuerto Internacional El Dorado, el Hospital Militar Central, la calle 26, el Centro Administrativo Nacional, la llegada del servicio de televisión al país y haber  puesto término a la segunda etapa del periodo conocido como la violencia, además de que en 1954,  se reconoció el derecho al sufragio femenino.​

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Y en 1957 Rojas Pinilla se vio obligado a renunciar por una crisis social y de gobernabilidad provocada por protestas populares apoyadas por los líderes de los partidos Liberal y Conservador, razón por la cual  se conformó la junta militar.

 Restaurada la democracia, Rojas Pinilla fue condenado y le quitaron los derechos políticos. Regresó a la arena política fundando la Alianza Nacional Popular -ANAPO-, movimiento que hizo oposición al  Frente Nacional y en 1970 estuvo cerca de volver a la presidencia, pero fue derrotado por Misael Pastrana Borrero en una elección considerada fraudulenta, a  raíz de lo cual nació el M-19.

De modo que malbarató toda esa trayectoria familiar y la suya, al terminar  convertido en el rostro más visible de la corrupción de cuello blanco en Colombia, hecho que debió infartarlo desde cuando se destapó el carrusel e infarto que lo llevó a la tumba, lo cual muestra que entre los tantos estragos que causa la corrupción, también mata.

Sin embargo, Jairo Enrique Bulla  afirma que como abogado del ex alcalde, “…conoció de cerca la infamia jurídica en su contra y el montaje de procesos para matarlo políticamente”. Difícil creerlo, pero  genera dudas, por existir una justicia al servicio de la política, corrupta en muchos casos.