LA “COLONIZACIÓN” DE LA COMUNIDAD LGBTIQ+

LUIS EDUARDO SOLARTE

Por: Luis Eduardo Solarte Pastás

Hay quienes dicen que los integrantes de la  comunidad de lesbianas, gays, bisexuales y las personas transgénero, intersexuales (LGTBI), está ganando más espacio en la sociedad; en razón a que atrás están quedando aquellos tiempos en que la mojigatería y el miedo a mostrarse tal y como son, los obligaba a que no salieran de lo que comúnmente se ha dado en denominar el “closet”.

En Colombia la comunidad LGTBI, ha encontrado en la Corte Constitucional su mejor aliada para que en la actualidad, frente a cualquier otra persona, tengan los mismos derechos patrimoniales, puedan realizar el cambio de sexo en la cédula, adelantar procesos de adopción y cobijarse con la ley que tipifica el delito de feminicidio…

No obstante lo anterior, en una sociedad como la nuestra, los miembros de la comunidad LGBTI sostienen que son objeto de discriminación, de homofobia, de maltrato, de bulling e incomprensión.

Esa errada convicción se ha convertido en un motivo para que se genere una especie de resentimiento en los integrantes de la comunidad LGBTI  contra quienes no piensan igual que ellos y que no la aceptan todavía como normal.  Y esto ha conllevado a que surjan enfrentamientos entre unos y otros.

Karhol Muhlematter, en una carta abierta dirigida a la Comunidad LGBTI y publicada en el portal Las2Orillas, manifiesta: “Ustedes son seres humanos y como seres humanos tienen sus derechos, pero también sus obligaciones, si exigen respeto, entonces den respeto. Yo respeto sus valores, entonces respeten los míos. Hay derechos humanos que protegen a cada individuo, a mí y a ustedes, pero no hay derecho a inventar derechos y mucho menos a imponerlos a la mayoría”.

Y esa imposición a la fuerza es lo que no les gusta  a esa inmensa mayoría. Pues, existen casos en que miembros de la comunidad LGBTI, valiéndose de la Ley 1620 de 2013, con la cual se creó el Sistema de Convivencia Escolar, tratan de  fomentar y promover “la orientación LGBTI” en instituciones educativas, so pretexto del derecho fundamental a libre desarrollo de la personalidad consagrado en el artículo 16 de la Constitución Nacional.

Sin embargo, lo más triste de todo, es que algunos miembros de ese grupo poblacional quieran utilizar o “colonizar” a niños y adolescentes de escuelas y colegios para demostrar que los derechos que han obtenido no tienen límites y que pueden hacer todo lo que deseen, sin que les importe en lo más mínimo si con su accionar lesionan los derechos del otro por el simple hecho de estar de moda.

Aquí no se trata de homofobia, sino de ser consecuente con aquello de que “mis derechos terminan donde empiezan los derechos de los demás”.

Entiéndase de una vez por todas que el respeto por los derechos es la esencia de la vida, un valor muy importante que se tiene que cultivar día tras día, en el hogar, la escuela, la familia, con los amigos y todas las personas que están a nuestro alrededor porque de esta manera se podrá contar con un espacio armónico, en el cual podamos compartir libremente.

¿Será que el respeto por los derechos del otro lo saben en la comunidad LGBTI?, esperemos que sí.

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