En los últimos años, las redes sociales se han convertido en un escenario donde la belleza se exhibe, se compara y, muchas veces, se impone. En Colombia, esta tendencia ha tomado una fuerza particular: millones de jóvenes y adultos consumen diariamente contenido que idealiza cuerpos, rostros y estilos de vida que no siempre representan la diversidad del país. El fenómeno, que a primera vista parece inofensivo, está generando cambios profundos en la percepción personal y colectiva de lo que significa ser “atractivo”.
Plataformas como Instagram, TikTok y Facebook alimentan un flujo constante de imágenes altamente editadas, rutinas de ejercicio extremas y estéticas que destacan la perfección. Influenciadores colombianos, muchos de ellos convertidos en figuras aspiracionales, proyectan estilos de vida que, según especialistas, contribuyen a la creación de estándares difíciles de alcanzar. Esta narrativa visual moldea expectativas, especialmente entre adolescentes y jóvenes que buscan validación a través de los “likes” y los comentarios.
Uno de los efectos más visibles es el aumento de la presión por ajustarse a esos modelos. Clínicas de estética en ciudades como Bogotá, Medellín y Cali reportan un crecimiento en la demanda de procedimientos cosméticos, impulsados en gran parte por la influencia digital. A esto se suma el uso intensivo de filtros que modifican rasgos faciales, generando una desconexión entre la imagen real y la digital. Muchos usuarios confiesan sentir ansiedad al compararse con figuras que, en gran parte, son producto de retoques o algoritmos.
La construcción de autoestima también se ha visto impactada. Psicólogos advierten que la exposición constante a ideales de belleza puede afectar la salud mental, generando frustración, inseguridad y la sensación permanente de no ser suficiente. En comunidades juveniles, la comparación se ha convertido en hábito, mientras que la identidad se fragmenta entre quienes buscan encajar en tendencias visuales y aquellos que intentan resistir la presión social.
Sin embargo, este fenómeno también ha despertado respuestas positivas. Movimientos que promueven la belleza real, la diversidad corporal y la aceptación personal comienzan a ganar espacio en las plataformas. Voces jóvenes reclaman una representación más honesta, mientras nuevas campañas cuestionan los estándares irreales que dominan las pantallas.
La discusión sobre la belleza en redes sociales no solo refleja un cambio en la cultura digital, sino también en la forma en que los colombianos ven y valoran su propia imagen. En un país conocido por su diversidad, la batalla entre la apariencia idealizada y la autenticidad apenas comienza.