Liliana Montúfar, secretaria.

Jornada humanitaria en Pasto deja huella en los rostros más olvidados

Con el corazón abierto y una profunda convicción de justicia social, la Secretaría de Equidad de Género e Inclusión Social, en articulación con autoridades departamentales y la Fundación En Él Hay Esperanza, lideró una emotiva jornada de atención integral para personas en situación de calle. El evento tuvo lugar en el Parque de la Paz y en el hogar de paso En Él Hay Esperanza, espacios que por un día se convirtieron en símbolo de solidaridad, cuidado y esperanza renovada.

Desde tempranas horas de la mañana, voluntarios, servidores públicos y miembros de la comunidad se congregaron con un solo propósito: tender la mano a quienes enfrentan una de las formas más crueles de exclusión. Con ollas comunitarias humeantes, pinceles en mano y palabras cálidas, esta jornada superó el asistencialismo para convertirse en un acto profundo de reconocimiento humano.

Entusiasmo

Mientras el aroma de una nutritiva sopa casera llenaba el aire, un grupo de voluntarios se entregaba a la transformación física del hogar de paso. Con brochas, pintura y entusiasmo, los muros se cubrieron de nuevos colores, no solo para mejorar el entorno, sino también para enviar un mensaje claro: cada vida importa, cada historia merece un lugar digno donde continuar escribiéndose.

Más de 60 personas que encuentran refugio diariamente en este lugar fueron los beneficiarios directos de estas acciones. Muchos de ellos, tras años de invisibilidad y rechazo, sintieron por un día que no estaban solos. Fue un momento de pausa, de cuidados que van más allá de lo físico, que buscan restaurar lo emocional y lo espiritual.

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Compasión

 “Esta labor no solo representa una política pública, sino un llamado a toda la ciudadanía para construir juntos una sociedad más tolerante, solidaria y justa, donde cada vida cuente y cada historia tenga un lugar”, expresó Liliana Montúfar, secretaria de Equidad de Género e Inclusión Social, quien participó activamente en la jornada.

Así, el Parque de la Paz se convirtió por un día en escenario de una transformación tangible, donde el abandono se enfrentó con compasión, y el olvido fue sustituido por memoria, presencia y acción. Porque construir una sociedad más justa implica mirar al otro no desde la lástima, sino desde la dignidad compartida.