Mauricio Muñoz.

Como si los demás no interesaran

A medida que pasan los meses del año 2024, los cuento y amenazas de todo el tiempo vuelven a hacerse presentes en medio de las comunidades que piensan, que con las vías de hecho, como taponar carreteras o calles, se está luchando por el bienestar general, desconociendo los derechos de las demás personas que se ven afectadas con el taponamiento de vías de comunicación terrestre, como sucede con una reiterada frecuencia en la vía panamericana.

Estamos a pocos días de la celebración de la Semana Mayor y ya varias comunidades indígenas del Cauca, han amenazado con un jornada de protesta en la cual se procedería a taponar la vía panamericana, afectando el tránsito terrestre justo en una de las épocas más importantes para la movilización aérea y terrestre,  y todo esto porque buscan que funcionarios del gobierno nacional hagan acto de presencia en sus comunidades para resolver dificultades puntuales que se presentan en estas poblaciones.

Nadie está en contra del derecho a la protesta y a levantar la voz frente a exabruptos que se susciten en el devenir social del país, es más, hacerlo es ir en contra de los derechos que la Constitución Política ha reconocido a todos los colombianos, sin embargo, pareciese que en el sur de Colombia, estas medidas de presión se han convertido el pan de cada día, y si nos ponemos a ver que se ha logrado a partir de estas acciones, realmente nos encontraremos con un panorama desolador frente a la atención de las necesidades básicas insatisfechas por las que se protestan.

Muchas de las dificultades por las que se cierran vías se pueden hacer conocer siguiendo el conducto regular normal para este tipo de necesidades, hacer un derecho de petición, o una acción de grupo, o en su defecto elaborar una tutela para que, sin afectar a un tercero, se haga conocer de las entidades o del gobierno nacional la situación que se están viviendo en cada comunidad, y a partir de este primer acercamiento, lograr que la situación sea atendida. Ahora bien, allí se debe hacer una revisión exhaustiva de quien es el directo responsable de resolver la situación, puesto que, en ocasiones pareciese que todo se quiere endilgar al gobierno central, desconociendo que las gobernaciones o alcaldías también tienen velas en dicho entierro.

Si bien es cierto estamos en Colombia, y el conducto regular en la gran mayoría de veces, no surte los efectos esperados con la celeridad normal, este sería el escenario para que concejales, diputados, representantes a la cámara y senadores realicen su labor como voceros del pueblo, y en este punto, que la misma sonrisa sarcástica que se dibuja en mi rostro, está presente en el de ustedes queridos lectores, puesto que la mayoría de estos personajes lo último que hacen es representar a quienes los eligieron, pero toda la culpa de que esta situación se dé somos nosotros, quienes llevamos a estos incompetentes a estos cargos públicos.

Ahora bien, agotadas todas las opciones podríamos decir que es hora de taponar las vías, pero allí se abre otro camino, y es la movilización de los líderes de la comunidad a la sede del gobierno central, buscando entablar un dialogo productico sobre la situación puntual, porque lo que nos debe mover no solo es el ánimo de aparecer en cámaras y mojar prensa, lo que debe ser el mayor aliciente es lograr que las cosas mejoren para mi vereda, corregimiento o municipio, sin causar afectaciones a los demás, porque lo único que así están generando es la desaprobación y la estigmatización sobre sus comunidades.