En una residencia estudiantil en Marburgo (Alemania), una cafetería ha decidido romper esquemas: ahora ofrece insectos comestibles como parte de su carta. Saltamontes, grillos y gusanos de harina acompañan ensaladas, platos de pasta y hasta comidas simples que antes eran tradicionales.
El chef responsable adoptó la idea durante la pandemia, cuando tuvo tiempo para experimentar en la cocina. Los insectos se fríen con un rebozado especiado, logrando un sabor crujiente y una textura que algunos comparan con sardinas o anchoas pequeñas.
Más allá del choque cultural, la propuesta busca abrir la mente hacia fuentes de proteína alternativas y sostenibles. Para muchos estudiantes, la experiencia ha sido más que curiosa: es una forma de probar algo poco convencional… pero sabroso.