RICARDO SARASTY

indagar y presumir

Por: Ricardo Sarasty

Entre las funciones primordiales de los medios de comunicación, escritos o audiovisuales, está también la de aportarle a la educación de sus diferentes receptores. Así sucedió hasta finales del siglo pasado o  para no mirar tan lejos,  hasta cuando las salas de redacción de los medios impresos, como también de la radio y la televisión,  fueron ocupadas por periodistas cuya preparación académica  les permitía escribir o hablar con respecto a cualquier tema de manera precisa y con conocimiento de causa, por lo que siempre se mantenían atentos al correcto uso del idioma, conscientes de que una palabra mal escrita o incorrectamente pronunciada no solo se presta para confusiones, malos entendidos y tergiversaciones, sino que afea el texto y toda obra humana debe mostrar en su presentación el  cuidado y gusto  para convocar a su deleite, considerando aparte el valor de uso que pueda dársele.

 Lastimosamente desaparecida esa generación de hombres y mujeres que hicieron de la labor periodista una tarea diaria enfocada no solo en la divulgación de la información o de opiniones, sino que también en contribuir con la educación desde el amito de lo popular. hoy se cuenta con una prensa hablada o escrita ocupada solo en el surtido de las canecas de noticias de última hora o primicias que llaman y en la divulgación de opiniones que no sustentan conceptos, dictámenes amañados que solo dejan la impresión de quien los emite no hace cosa diferente a pensar con el deseo, pues los más carecen de análisis, solo especulan Por lo que  en ese afán de contar la noticia del momento y de elaborar una opinión sobre ella se descuida el correcto uso del idioma o lo que puede ser peor se yerra con intención para magnificar lo intranscendente o minimizar lo de verdad importante.   

Muestra de este proceder, ya común en todos los medios periodísticos, es el descuido en la utilización de palabras tales como indagación, presunto y comparecer. Dejando la impresión que, más que dar a conocer lo acontecido, se busca generar reacciones en favor o adversas a los involucrados en los hechos, directa e indirectamente. Así se entiende cuando la palabra presunto se agrega al nombre del señalado sin prestar atención a cuál puede ser el uso correcto de este vocablo que deriva del verbo presumir, razón por la cual su utilización como sustantivo debe permite entender que un presunto es la persona o el objeto ante lo cual no existe nada comprobado, es de quien simplemente se supone y por de virtud de ello no puede ser objeto de juicio y calificación alguna. Este significado, que no puede ser otro, manda a no tenerlo como apelativo por lo que se yerra si se habla del presunto como si fuese un mote más al lado de alias o el inri que se lee sobre la frente de la persona señalada por solo hecho de haber sido acusada.

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Con el empleo de la expresión indagatoria o indagatorio ocurre igual desatino, en tanto que sin importar que su significado no sea otro que el de llamar a responder a un examen, se muestra al indagado como causante de lo acontecido. Pues se toma la sola inspección como la parte concluyente, por lo que desestimando la fase probatoria cualquiera se atreve a dictar sentencia. El diccionario de la RAE dice que indagar es investigar y cualquier objeto o persona puede ser motivo de cualquier tipo de investigación sin que por ello se deba inferir la existencia de una responsabilidad. Si se averigua es porque no existen pruebas aún o si las hay no constatan la existencia de una relación con lo sucedido, por lo que no es acertado confundir indagatoria con imputación y se presume para comprobar la culpabilidad no la inocencia. .