Por: Chucho Martínez
La derecha cuestiona el apoyo del pueblo al presidente bajo el manido argumento de no haber leído los textos de las reformas. De que se quejan, si ni siquiera los mismos congresistas suelen leer los textos de las leyes que aprueban y recurren con frecuencia al pupitrazo porque para ellos es suficiente el guiño de uno del presidente mediado por una dosis de burocracia. Ahora si olvida la derecha que la cultura política sigue siendo representativa y delegataria de poderes en los elegidos que no ha hecho tránsito a la democracia participativa, aun estando consignada en la constitución y las leyes.
«La incultura en general y la política en particular solo preocupa a quienes están interesados en mantener ignorantes a los pueblos para perpetuar sus privilegios».
Las masivas manifestaciones de apoyo al gobierno del presidente Petro y sus ministros son una ratificación de la voluntad popular expresada en las urnas, de ahí que los seguidores de Petro no necesitan leer a profundidad los contenidos de las Reformas parta manifestar su apoyo; pues hay plena confianza en que esta vez nos seremos defraudados como secularmente ha ocurrido. Además, la realidad es tozuda y superior a los textos: pobreza, desigualdad, falta de salud, educación, pensiones, violencia y corrupción, son suficientes motivaciones que lanzan a la calle a los colombianos a respaldar a un gobierno que ya no promete sino que está ejecutando acciones de cambio para modernizar el país. Estas actuaciones del gobierno del cambio enojan al oscurantismo que no quiere, ni deja ver la luz de la modernidad dentro del mismo capitalismo, sin tocar a profundidad sus estructuras. Solo se trata de redistribuir el ingreso a favor de los menos favorecidos por la primera distribución de la riqueza o sea, por la acumulación originaria del capital.
Así entonces, la incultura en general y la política en particular solo preocupa a quienes están interesados en mantener ignorantes a los pueblos para perpetuar sus privilegios.
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Rayón: Sin tantas discusiones avanzan las campañas políticas, que han fincado sus propósitos en las mecánicas electorales más que en los planteamientos programáticos realizables. Por ejemplo, todos los candidatos deberían estar aterrizando en programas, proyectos, acciones, objetivos, meta es indicadores los 32 proyectos estratégicos y los que faltan en el Plan Nacional de Desarrollo. Y sobre todo, exigiendo que la paz total cese la horrible noche en Nariño. “El desarrollo es el otro nombre de la paz”. Pablo VI