POR: VICTOR RIVAS MARTINEZ.
Estamos en una encrucijada, me dijo un empresario. No sabemos cómo va a terminar la reforma tributaria. Cómo van a impactar los precios de la gasolina en la canasta familiar. Cuál va a ser el incremento del salario mínimo. Qué efectos continuará haciendo la guerra en Ucrania. Cuál va a ser el comportamiento del dólar y cómo va a afectar las importaciones.
En efecto, hoy nos invade el desconocimiento, la duda, tenemos desconfianza y vacilamos en el quehacer cotidiano. Por esta razón muchos empresarios o inversionistas están ansiosos, tienen miedo, están paralizados y se comportan como estatuas.
¿Qué hacer en este escenario?
Reflexionar con detenimiento y poner a funcionar la cabeza de mejor manera.
La única seguridad que tengo desde que nací es que voy a morir. ¿Cuándo? no sé. ¿Mientras sucede este evento, me dejo morir? ¿O continúo mi camino disfrutando la vida que Dios me dio?
Cada vez que pienso en la muerte, disfruto la vida que me queda. No tengo otra alternativa.
La incertidumbre reta nuestra capacidad de pensar y trabajar. Por eso reviso mis metas a corto, mediano y largo plazo. Fijo mis objetivos, diseño un nuevo plan de trabajo, reto la incertidumbre y estoy dispuesto a aceptar las sorpresas confiado en mis propias capacidades. Al final pienso que nadie me va a dar sancocho gratis.
Si me toca pagar más impuestos, si los combustibles y el salario mínimo y el dólar suben ¿Cierro mi negocio? ¿O trabajo más y busco la forma de ser más eficiente? ¿Salgo como venezolano a aventurar sin rumbo ni patria? ¡No! Prefiero quedarme aquí donde nací, crecí, tengo mi familia, mis amigos, gozo de un techo y los 3 golpes no me faltan.
Mi vida vale mucho para regalárselo a la incertidumbre o a la muerte. Por el contrario, la voy a abrazar y retar trabajando con creatividad y más esfuerzo. Lo que sí tengo seguro es que si me caigo me levanto, porque el universo y Dios están de mi lado. Rivas 1957@gmail.com