IN-COMUNICANDO

Por Mauricio Fernando Muñoz Mazuera

Cada 4 de agosto en nuestro país se celebra el día del Comunicador Social, fecha escogida para resaltar la figura de Antonio Nariño, que un 4 de agosto de1794 publicó la primera traducción de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Este acto heroico, propicio que a los territorios americanos llegaran las ideas de libertad, igualdad y fraternidad que estaban en boga en Europa gracias a la revolución francesa y que entre tantos frutos dejo la posibilidad de comenzar a hablar de derechos naturales e inherentes al hombre, derechos que antes eran pisoteados con mayor impunidad, y que a pesar de que el panorama en la actualidad no es el mejor, hoy podemos decir, que aunque la justicia tarda demasiado, algún día llega.

En el momento, y como lo expresa la academia, el comunicador social debe ser aquel que “se encarga transmitir mensajes, ideas y emociones de manera efectiva a través de diferentes medios de comunicación. Ya sea mediante la redacción, el diseño gráfico, la producción audiovisual o la gestión de redes sociales, un comunicador social se convierte en un verdadero puente entre la información y el público.”. Si nos detenemos a leer de forma seria este párrafo podemos dejar en evidencia que en el proceso comunicativo, el elemento estrella es la información, la cual hace que la comunicación tenga sentido.

Pero si la información es tan importante ¿Por qué existen comunicadores que manosean la misma? El irrespeto de las fuentes de donde se obtiene la información, la decisión personal de no mostrar las dos caras de la moneda de una noticia, el sesgo ideológico y político que aún se manejan en algunos medios, e incluso, el ataque sistemático a figuras sobresalientes de la sociedad, son una muestra inequívoca que la idea del ejercicio responsable de la comunicación es aún un anhelo y no una realidad.

Hechos como la alteración de la información, son indicios claros de que aquella persona que ejecuta este tipo de acciones, no es merecedor del título de comunicador social, pues todo aquel que ha pisado la academia sabe que la palabra “comunicador” está ligada al término “ética”, ningún comunicador bien formado puede ser inescrupuloso ante el manejo de la información, sabemos nuestro lugar, somos un mero puente entre quien posee los datos y quien desea conocerlos y esto nos hace comprender que nuestra labor requiere de verdaderos profesionales, no de serviles que son capaces de vender el “alma al diablo” con el pretexto de alcanzar poder o fama.

Siguiendo con esta línea, el comunicador social sabe su lugar frente al proceso comunicativo, facilitamos la transmisión del mensaje, pero en ningún momento somos el mensaje o nos tomamos el lugar del mismo. Y es que tristemente asistimos al momento en el cual la figura del comunicador está totalmente desdibujada, ahora, aprovechándose de las redes sociales, hay personas que ejercen esta noble profesión sin respeto por la misma, saturan las plataformas con “en vivos” en donde solo aparecen ellos hablando cualquier tipo de desvarío, se han convertido en vedetes del populismo, publican sus logros personales, como si de una “chiva” se tratara. Emanan un aire de futbolistas, pugilistas, abogados, contadores, vendedores, médicos, pero de éticos, profesionales y respetuosos, no tienen nada.

Tristemente estamos ante de la era del “voceador” con ínfulas de comunicador que tiene un océano de conocimiento, pero con un centímetro de profundidad. El que tenga oídos…