Carlos Santa María.

Humanología: ¿es posible rejuvenecerse? Sí, definitivamente (I)

Por: Carlos Santa María

La ilusión a la población sobre el rejuvenecimiento a través de cosméticos (que pueden aportar ciertos elementos), sesiones de espiritistas que cambian la vida de los humanos o simplemente a través de la ciencia, incluso con infiltración en la médula ósea, además de operaciones para crecer a través de intervenciones muy dolorosas, se confunden con la cirugía estética, cuyos procedimientos no logran el rejuvenecimiento entendido como la posibilidad de vivir muchos años más y mejor gracias a tácticas gratuitas y probadas.

La Humanología entendida como el estudio sistemático de lo humano, el campo menos investigado hasta ahora y expuesto por universidades con altísimos presupuestos que llegan a conclusiones muchas veces lógicas, establecidas o risibles, propone centrarse en la esencia de la persona como fuente de la Humanidad.

Si lo entendemos de ese modo, un adulto que vive sosteniendo cargas gratuitas respecto a la sociedad o sus familiares, por ejemplo, posee la gran herramienta que es analizar hasta que punto aquellos pesos que porta no solo lo desfavorece, sino que lo envejecen debido a la carga que lleva sin ser responsable de lo que ocurre. Cuando se comprende que el papel humano es apoyar al máximo a nuestra familia, sin ser responsables por las decisiones personales, que ojalá sean siempre favorables, aunque pueden ser erróneas, la tranquilidad mental es cada día mayor.

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Un instrumento fundamental para verse relajado, sereno, lozano, con fortaleza en su imagen, es el espiritual comprendido como la posibilidad de ver el mundo de modo diferente al tradicional, es decir, dando lo mejor de sí, no interfiriendo en las relaciones de otros, enviando mensajes de pacificación antes que bélicos, escuchando a quien busca alguien que comprenda su realidad. Ello si rejuvenece.

Hay otros elementos que son fundamentales para rejuvenecerse como desprenderse del celular por tiempos planificados, sacar el odio de su propio espíritu, poseer un día como el primero para vivir, tener sentido de vida, los que entregan fortaleza, alegría y más años de vida.