Luis Eduardo Solarte.

El hombre, un depredador por esencia

Las crecientes necesidades y aspiraciones de las poblaciones humanas que buscan el progreso socioeconómico y el goce de las riquezas y bellezas de la tierra, han conducido con frecuencia a las comunidades a una explotación poco sagaz de su entorno.

El precio de ese proceder se manifiesta hoy en día con una extensa lista de peligros y desastres, como la erosión  de los suelos, la desertificación, la pérdida de las tierras cultivables, la contaminación, la deforestación, la extinción de especies y aun la destrucción de sistemas ecológicos enteros.

Los colombianos, ignorantes de su riqueza natural, son depredadores por esencia. Basta que vean agua correr para que le arrojen basuras. Las fábricas, sin control, se deshacen en cualquier lugar de cuantos factores destructores les sobran. “Los cielos reciben el resto”.

La salud pública y el deterioro rápido de los factores de vida pagan las consecuencias, mientras los propietarios de las grandes fábricas reciben los pesos que produce la degradación ambiental del país, el resto de la población popular tiene que alimentarse con aguas contaminadas.

“Las cuestas erosionadas de las montañas parecen las osamentas de animales prehistóricos tostándose bajo un sol canicular”. Y nadie hace nada para prevenir y evitarlo con acierto.

En el caso específico de Nariño, uno como habitante más de está sección del país siente una inmensa vergüenza y, a la vez, tristeza al ver como los recursos naturales día tras día se los destruye más. Se los acaba en sus distintas formas por el mismo hombre, sin que tenga conciencia de que está abriendo el camino hacia su propia destrucción.

No obstante, esta región tener un potencial hidrológico envidiable por otras zonas de esta herida Colombia, lentamente nos estamos quedando sin agua. Las cuencas están a punto de desaparecer y con ellas los ríos que son la conservación de la vida.

Cada vez el agua para el consumo humano es una asquerosidad consumirla en muchos municipios del departamento, gracias a la alta contaminación de que son objeto sus fuentes.

Las autoridades encargadas de velar por la salud de sus habitantes se quedan con los brazos cruzados esperando que el tiempo les dé la razón para actuar. Y cuando lo hacen ya es demasiado tarde porque muchas veces el daño es irremediable y no hay soluciones que lo pueda remediar.

Por ello se requiere con suma urgencia que los gobiernos municipales o departamentales hasta el nivel nacional, diseñen y apliquen “sistemas de gestión capaces de fomentar y conciliar tres grandes objetivos que en teoría llevarían al desarrollo sustentable: el crecimiento económico, la equidad (social, económica y ambiental) y la sustentabilidad ambiental”, en donde el recurso hídrico se lo proteja al máximo, en razón a que sin él es imposible la supervivencia de los seres humanos.

Sin embargo, ante ese panorama cabe un interrogante ahora que en Colombia los candidatos a los distintos cargos de elección popular dan a conocer una serie de propuestas de gobierno, en especial quienes aspiran a las gobernaciones y alcaldías: ¿Será que quien resulte elegido se compromete a darle a la protección del  agua la importancia que se merece; pero sobre todo a fomentar una cultura ciudadana por la defensa de los recursos naturales? Esperemos que sí.

solarpastas@hotmail.com