Las calles de Cali pronto dejarán de ver a los voceadores de El País ofreciendo su ejemplar del día. El periódico, considerado durante décadas uno de los más influyentes del país, anunció que este 15 de septiembre circulará por última vez en su edición impresa. El sonido de las rotativas se apagará, y con él, un pedazo de la historia del periodismo colombiano.
Lo que sucede con El País no es un caso aislado. La crisis de los medios impresos ha golpeado con fuerza en todo el mundo. El alto costo del papel, la caída en la pauta publicitaria y el vertiginoso avance de las plataformas digitales han puesto en jaque a publicaciones que parecían inquebrantables. La inmediatez de la noticia en el celular ha desplazado al ritual de pasar las páginas en las mañanas.
Expertos lo describen como un fenómeno inevitable, pero para muchos lectores la pérdida es incalculable. Los periódicos no solo informan: guardan memoria, registran los grandes acontecimientos y construyen identidad en las regiones. Con cada cierre, se rompe un hilo de esa tradición que acompañó generaciones.
Pero en medio de este panorama, todavía existen resistencias. En Pasto, DIARIO DEL SUR sigue firme, demostrando que el papel aún tiene futuro cuando se hace con pasión y compromiso. Cada día, sus páginas llegan a los hogares y mantienen vivo el contacto directo con los lectores.
La historia se refleja en escenas sencillas, como la de mi abuelo que en su sala espera la llegada del periódico. Él abre DIARIO DEL SUR cada tarde y lo convierte en compañía, en motivo de conversación, en puente con el mundo. Para él, como para miles de lectores fieles, el periódico no es reemplazable por una pantalla.
Detrás de esa permanencia está el empeño de Hernando Suárez Burgos, Fundador-Director, quien con su visión y trabajo incansable ha hecho del diario un proyecto de vida. Su liderazgo inspira a un equipo periodístico que no se rinde ante la crisis y que, por el contrario, reafirma su compromiso con la región.
Por lectores como mi abuelo, por la memoria que guarda cada edición y por la convicción de que la prensa impresa aún tiene un papel insustituible, DIARIO DEL SUR sigue adelante. No se trata solo de informar: se trata de resistir, de mantener viva la llama de un oficio que ha marcado la historia.
Y lo digo con orgullo: pertenecer a esta casa editorial es ser parte de esa resistencia. Mientras existan lectores que busquen las páginas del diario, el periódico seguirá respirando, seguirá luchando y seguirá siendo, en esencia, uno de los mejores del mundo.

