POR: JORGE HERNANDO CARVAJAL PÉREZ
Conmemoramos hoy el Día de los Muertos, fecha en la que los cementerios de México “viven”, valga la expresión, grandes celebraciones en las que a los difunticos y difunticas, se les lleva a sus tumbas, los manjares que más les gustaban cuando andaban dando lora por este pícaro mundo, platos que como es tradicional en ese país, son condimentados por cantidades industriales de un ají que a mí una vez estuvo a punto de mandarme al otro mundo, de lo que me salvó la ingestión inmediata de 10 vasos de agua.
Es un día que a los periodistas nos gusta, puesto que nos sirve, para hacer informes especiales sobre fantasmas y las visitas que, en Pasto, la gente le hace a sus muerticos, eso sí, sin llevarles comida, puesto que si no hay para los vivos….
Precisamente hace algunos años en estas fechas, me contaron de una casa encantada, situada en Las Cuadras, dato que considere preciso para hacer un informe. Así, acompañado de un reportero gráfico, me fui para allá y me encontré con que a esa casa le estaban haciendo unas reparaciones. Al frente de la vivienda que no tenía nada de siniestro, estaba un señor con quien me identifiqué como periodista de DIARIO DEL SUR y le informé que quería hacer un informe de la casa embrujada. Fue como si le hubiera mentado la madre, puesto que el señor, quien era el dueño del inmueble, se enfureció y me dijo que me demandaría si publicaba algo de la casa.
“La estoy arreglando para arrendarla y usted quiere escribir que aquí asustan”, dijo molesto. Le conteste que no se preocupara y nos disponíamos a irnos, cuando ya más amable, nos dijo: “Bueno, pero vengan tómense un cafecito y fuimos a una tienda esquinera.
“Como tengo su palabra de que no va a publicar nada déjeme decirle que sí en la casa asustan y eso ha sido para mí una terrible maldición, puesto que los inquilinos no duran ni un mes. Lo miré bastante sorprendido y fue entonces cuando me dijo: “Cansado de que mis inquilinos se fueran, yo mismo pasé una noche en la casa y fue terrible. Desde la una de la mañana se empezaron a escuchar alaridos espantosos, ruidos de cadenas y sentía que la cama se estremecía. A las 3 de la mañana no resistí más y me fui y créame que nunca volvería a pasar una noche allí”
Bueno y ahora pasemos a la historia de ‘tinieblos’ y ‘tinieblas”. En un día como hoy de difuntos, decidí hacer un informe con las personas que visitaban a sus muerticos en el cementerio de Nuestra Señora del Carmen. Allí me encontré con una pareja de mediana edad, quienes no se mostraron nada cooperativos, pero ante mi insistencia dijeron algunas pocas palabras y se dejaron tomar la foto. Pero, luego, el señor me llamó aparte y me dijo, “Vea le fue a confesar. Lo que pasa es que ella y yo, somos amantes y tenemos nuestra esposa y ella su esposo en Túquerres y una de las pocas veces que podemos pasar un día alegre, a pesar de ser el Día de los Muertos, es ahora, cuando cada uno por su lado, dice que va a visitar en el cementerio de Pasto, a un ser querido y así nos volamos cada año.”
Como para que Gabriel García Marques, escriba un cuento, ¿verdad?

