Carlos Santa María.

Hiroshima-Nagasaki: ¿se pudo evitar el genocidio nuclear?

El gobierno del presidente Zelensky ha bombardeado este mes la mayor central nuclear de Europa: Zaporiyia (Ucrania), desde marzo 2022 bajo el control de las tropas rusas. Es la tercera del mundo, detrás de la central nuclear de Kashiwazaki-Kariwa y la Bruce, cuyo ataque provoca un riesgo terrorífico al mundo por sus posibles consecuencias destructivas de la Humanidad.

En ese sentido, cabe mencionar que este 6 y 9 de agosto se cumplió una nueva conmemoración trágica del lanzamiento de las bombas atómicas en 1945 sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.

La pregunta era si Japón mencionaría el acto criminal de esa catástrofe nuclear con 450.000 personas fallecidas hasta ahora por muerte directa o enfermedades asociadas a la radioactividad y al culpable directo: USA. No lo hicieron, lo cual permitiría dos reflexiones: ¿evitaron identificar al autor material de ese crimen porque perdonaron a quienes destruyeron inmisericordemente a su población o simplemente se convirtieron en vasallos de su ejecutor?

 

«Este 6 y 9 de agosto se cumplió una nueva conmemoración trágica del lanzamiento de las bombas atómicas en 1945 sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki».

 

La explicación de USA sobre las razones que lo llevaron a ese ataque mortal fue facilitar que falleciera mucha menos gente de continuar con la confrontación, es decir, su justificación estuvo en la caridad y los derechos humanos por lo cual habría que agradecer lo que hicieron al obligar a la rendición del ejército imperial. Respecto al llamado “daño colateral” que implica el asesinato de gente inocente, siempre se justifica una acción así ya que la muerte de niños, mujeres, ancianos, es simplemente algo no deseado, aunque inevitable por un fin mayor encomiable.

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Pese a esa argumentación, los hechos científicos demuestran que Japón para el inicio de agosto, después de la intervención soviética en Manchuria, pensaba claramente en rendirse y ello lo conocía Washington. Sin embargo, primó la visión militarista según la cual era necesario atemorizar a la URSS con esa arma diabólica, por ello, fue imprescindible aplicarla. El resultado es conocido.

La interrogante es si algún dirigente sociópata se atreverá a determinar el fin del mundo con bombas nucleares. Hay “posibilidades”.

Por: Carlos Santa María