Por: Carlos Álvarez
Varias ocasiones hemos escrito sobre el cambio climático, pero lo volvemos a hacer de nuevo porque todavía no existe una conciencia generalizada de lo que está ocurriendo en el planeta. Cada día vemos como en cualquier parte del mundo la alteración es cada vez más patente; sino mencionemos unas pocas catástrofes de las cuales nos llegan noticias: en Norte América estamos leyendo y viendo lo que sucede en Miami, el aeropuerto totalmente inutilizado porque el agua alcanza los cincuenta centímetros paralizando los vehículos que se encuentran unos tapados por completo. hace unos meses vimos por la TV los incendios en California que dejaron millones en pérdidas materiales y vidas humanas.
En Australia las catástrofes por alteración del clima fueron espantosas. Pero para no ir tan lejos en Colombia hay desastres por doquier, valga un ejemplo la gran avalancha sobre la vía Panamericana que aisló el sur del país con consecuencias que todos hemos sentido en carne propia. El Cauca está con sus ríos crecidos porque las tremendas lluvias han interrumpido carreteras de penetración, acontecimientos que tuvimos oportunidad de presenciar en el norte del departamento como en el Tambo, sitio por donde deberá pasar la nueva vía, además con muertos en la semana pasada. En Santander de Quilichao las lluvias son torrenciales con las consecuencias que podemos adivinar.
El invierno en el hemisferio norte fue extremadamente frio con nevadas catastróficas. Y así podríamos recorrer el mundo ocurriendo desastres antes poco vistos, debido al calentamiento global.
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Para que hablar de los mares y ríos plagados de plástico y deshechos que afectan gravemente la vida marina, sustento principal de la humanidad. Es como si en verdad lleváramos los humanos el germen de nuestra propia destrucción.
Los acuerdos internacionales, incumplidos por los países desarrollados, hasta el punto que en la época Trump los Estados Unidos se retiró.
Podríamos seguir citando muestras de manera interminable.