Las agencias internacionales confirmaron oficialmente la presencia de hambruna en las ciudades de Al-Fashir y Kadugli, en Sudán, donde el conflicto armado entre el ejército y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) ha aislado a millones de civiles durante meses.
Los informes humanitarios indican que miles de familias sobreviven con una sola comida al día, mientras los suministros de alimentos y medicinas no logran ingresar por los bloqueos en las carreteras. Los hospitales han quedado sin electricidad ni insumos, y los campos de desplazados crecen cada día a las afueras de las zonas urbanas.
Se estima que más de 1,3 millones de personas enfrentan condiciones de hambre extrema, con cientos de niños en riesgo inminente de morir por desnutrición aguda. Los bombardeos y enfrentamientos dificultan la distribución de ayuda internacional, y las organizaciones humanitarias han calificado la situación como una “catástrofe en desarrollo”.
La comunidad internacional debate cómo aumentar el acceso humanitario sin violar los límites del conflicto, mientras las negociaciones de paz siguen estancadas. La situación en Sudán se perfila como una de las peores crisis alimentarias del siglo XXI, con consecuencias que podrían extenderse a los países vecinos de África oriental.

