El río Nulpe, testigo silencioso de tantas historias de vida en Barbacoas, volvió a mostrar su rostro más implacable. Lo que comenzó como un viaje cotidiano por sus aguas terminó en una tragedia que tiene hoy al municipio entero sumido en la tristeza y la incredulidad.
Era la mañana del pasado 30 de noviembre, cuando una lancha con cinco ocupantes se aventuró por el caudal del río, sin imaginar que la naturaleza estaba a punto de desatar su furia. Las intensas lluvias de los últimos días habían hinchado las corrientes, volviendo traicioneras las aguas que tantas veces cruzaron sin temor.
Advertencia
De pronto, una creciente repentina, casi como un rugido de advertencia, golpeó la embarcación. “Solo escuchamos los gritos y vimos cómo la lancha se levantó y se volteó”, narró un testigo, todavía con la voz quebrada. En cuestión de segundos, el agua se tragó todo.
Cuatro personas lograron aferrarse a ramas y rocas hasta ser rescatadas por habitantes de la zona. Golpeados, empapados y con la mirada perdida, fueron trasladados a tierra firme. Pero Jorge Fidencio Jojoa no apareció. Su nombre comenzó a repetirse entre los gritos, las oraciones y el miedo.
Desde ese momento, la comunidad entera se unió en una búsqueda desesperada. Campesinos, indígenas, familiares y pescadores recorrieron el Nulpe palmo a palmo, abriéndose paso entre la espesa vegetación, bajo lluvias incesantes y un terreno que parecía no tener fin. No había descanso, solo esperanza.
Angustia
Durante seis días, la incertidumbre reinó en Barbacoas. Las familias encendieron velas, los niños preguntaban por “el señor perdido” y las madres rezaban al borde del río. La angustia crecía con cada hora sin noticias. “No perdimos la fe, pero el río no quería entregarlo”, dijo entre lágrimas uno de los rescatistas voluntarios.
La mañana del jueves siguiente, la búsqueda tuvo un desenlace doloroso. En un recodo del río, a varios kilómetros del punto del naufragio, los rescatistas hallaron un cuerpo flotando. Era Jorge Fidencio Jojoa. El silencio fue total. Algunos lloraron, otros se abrazaron. Nadie podía creerlo.
Su cuerpo fue recuperado y llevado al casco urbano de Barbacoas, donde familiares lo recibieron con lágrimas y plegarias. Las autoridades confirmaron la identidad y agradecieron a las comunidades por no rendirse ni un solo minuto durante la búsqueda.
Aterrador suceso
“Era un hombre bueno, trabajador, siempre pendiente de su familia. Le gustaba navegar el río, pero esta vez el río no le perdonó”, dijo un pariente, con la voz apagada por el dolor.
El hallazgo de Jorge Fidencio ha dejado una huella profunda en Barbacoas. No solo por la pérdida humana, sino porque este suceso revive el temor constante que viven los habitantes de las riberas del Nulpe, un río que, en temporada de lluvias, se vuelve impredecible y mortal. Expertos locales aseguran que las fuertes precipitaciones y la falta de medidas de seguridad en las embarcaciones son factores que agravan los riesgos. “La gente confía en la experiencia y el conocimiento del río, pero cuando el agua crece, nada la detiene”, explicó un líder comunitario.

