Hace un siglo, en las calles de Pasto, nació un desfile estudiantil que marcó el inicio de una tradición única: el Corso de Flores. Lo que comenzó como una expresión de creatividad y talento juvenil se convirtió en un legado que sigue latiendo en cada generación, impregnando talleres, manos manchadas de pintura y pasos firmes en los desfiles.
El Corso de Flores no es solo un antecedente histórico; es la memoria viva del Carnaval de Negros y Blancos, una manifestación cultural que identifica a Pasto y refleja el compromiso, la dedicación y la pasión de quienes, año tras año, hacen del Carnaval una fiesta hecha con el alma.
Hoy, esta celebración continúa siendo un espacio donde creatividad, tradición y comunidad se encuentran, recordando que el Carnaval no solo se celebra, sino que se hereda y se transforma, manteniendo vivo el espíritu que hace de Pasto un referente cultural reconocido a nivel nacional e internacional.
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