Definitivamente la gobernanza golpista en América, pese a sus éxitos en Haití al utilizar sicarios para asesinar a su presidente Jovenal Moise, parece ir descendiendo rápidamente en la escala de aceptación socio política y cada vez más se sume en el fracaso estrepitoso.
Las últimas derrotas han sido enormes ya que el ataque preparado para Venezuela (que finalmente terminó en la captura de los mercenarios) y el golpe dado por Añez en Bolivia, ambos con preparación militar y financiación económica del régimen estadounidense y el primero sindicado con “asesoría colombiana”, muestran que el odio finaliza en absorber su propia maldad.
Así, el autodenominado frente subversivo-diplomático llamado “Grupo de Lima” (8 de agosto de 2017) es una organización de países arrastrados ante el influjo del poder norteño con una meta conjunta: implantar el neoliberalismo en el continente, despojar de toda soberanía a sus naciones e implementar la vía armada para derrocar gobiernos legítimamente constituidos debido a que sus pueblos defenderán su independencia, incluso a costa del sacrificio vital.
«Grupo de Lima” (8 de agosto de 2017) es una organización de países arrastrados con una meta conjunta: despojar de toda soberanía a naciones legítimamente constituidos”.
Todo indica que se dirigen al basurero de la historia puesto que paulatinamente se han ido retirando las naciones dignas que no reconocen a Juan Guaidó como presidente de Venezuela y que avalan los procesos eleccionarios en Venezuela y Bolivia, tales como la Argentina del ex Macri, Bolivia de la ex Añez, México del ex Peña Nieto, Perú ahora con Pedro Castillo y un porvenir esperanzador en Chile, Colombia y Brasil.
Hoy se conoce que el bloqueo al territorio bolivariano, el llamado al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (Tiar) para invadir la tierra de Chávez, la solicitud de sanciones a países liberadores, es identificado como la injerencia de Paraguay, Brasil, Chile, Colombia, entre otros, junto al secretario de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, quienes no solo faltaron a las leyes internacionales, sino a sus propias constituciones encubriendo también el tratamiento erróneo y mortal de la pandemia.
La corrupción y el odio parecen tener ahora un camino americano difícil.
Por: Carlos Santa María

