El fútbol colombiano está atravesando por uno de sus momentos más críticos. Muchos son los culpables, especialmente su dirigencia.
Los señalados son Ramón Jesurún de la Federación, Fernando Jaramillo de Dimayor y Álvaro González Alzate de la Difútbol que de manera solapada viene desde hace más de 30 años metido en el balompié refugiado en la rama aficionada que, aunque sin mayor visibilidad quita y pone, tal como pasa con don Ramón y Jaramillo.
Primero que todo el diseño de la Liga colombiana es un desastre. En 45 días se han disputado 10 fechas, se juegan encuentros de manera maratónica, con lo cual los técnicos no pueden trabajar, por eso, el nivel de nuestro balompié es paupérrimo y los altibajos de los equipos son terribles. Esto se ve reflejado en competiciones internacionales, donde nuestros clubes son el hazmerreír como pasó con Atlético Nacional en Copa Libertadores, eliminado frente a un equipito como Nacional de Paraguay que lo goleó 0-3 en Medellín.
Los jugadores de la Liga son unos payasos, y que pena generalizar. Ellos en vez de propender por el espectáculo, piensan primero en protagonizar impresionantes escenas teatrales para buscar engañar a los árbitros y sacar beneficio personal. No se les pasa por su cabeza que hay cámaras y que todos los miramos cuando se revuelven en el piso cuando apenas son tocados por el rival.
Eso sí, cuando salen a nivel internacional quieren hacer lo mismo y los jueces no les comen cuento, por eso, los futbolistas terminan haciendo el ridículo porque tienen que levantarse de inmediato.
La dirigencia del balompié nacional hace una sospechosa alianza con el director de la comisión arbitral Ímer Machado, quien designa inexplicablemente a árbitros perversos que son sus amigos. El ejemplo claro es el caldense Juan Pablo Alba, que sin dudas es el peor ‘pito’ de este país. Además, la influencia del VAR es supremamente negativa, ya que en muchos casos solo sirve para tomar decisiones desacertadas o hacer equivocar a los centrales.
Ni hablar de lo que se viene comentando desde hace varios años y eso tiene que ver con la influencia de las casas de apuestas en los resultados de los partidos. Lo más gracioso es que una firma de esa naturaleza es patrocinadora de nuestra Liga, algo que solo se ve en nuestro país, el cual tiene una cultura de corrupción total.
Ojalá esto no pase a mayores, porque estamos en un país violento en donde hay gente que no piensa para actuar.

