Mi amado Colegio Filipense de la ciudad de Pasto está cumpliendo 60 años.
Son seis décadas ya las que lleva esta comunidad religiosa formando personas de bien en el departamento de Nariño.
Cómo no sentirme orgulloso, si en este colegio pasé mi infancia llena de felicidad y de bonitos recuerdos, donde muchos de los compañeros y compañeras que tuve, hasta ahora aún son mis amigos.
Desde kínder hasta quinto de primaria hice parte de este plantel educativo, donde en mi época (en el año 1985 salí de quinto) los hombres no podíamos seguir en bachillerato ya que era solamente femenino y aún recuerdo como llorábamos todos al saber que nos teníamos que ir.
Ya hace 38 años que salí del Filipense y aún tengo los recuerdos vivos de aquella época tan grande en la vida de cualquier persona, la niñez, donde tanto las hermanas religiosas como los docentes me dejaron una gran enseñanza para ser un buen ser humano y salir adelante por el camino correcto.
Por todo esto y por lo que han hecho por la región es que quiero felicitar enormemente a todas las personas que hacen parte de esta gran comunidad filipense, donde labora gente que desean un mejor bienestar para los niños, niñas y jóvenes de la capital nariñense, formando y educando con talento y calidad humana.
De ahí que esté entre los mejores colegios de Colombia al haber obtenido hace más de 10 años la acreditación Europea Efqm, en el tercer nivel (3 estrellas).
Tal como lo afirman en su portal institucional “60 años formando personas integrales para la renovación de la sociedad. Nuestro Colegio Filipense ‘Nuestra Señora de la Esperanza’, fundado en 1963 por las Religiosas Filipenses ‘Misioneras de Enseñanza’, es una institución católica inspirada en la Espiritualidad Filipense, que brinda a la sociedad calidad integral en la educación, en un ambiente de alegría, responsabilidad, libertad y autonomía”, pero se quedan cortos en palabras para describir a este gran colegio.
Me habría gustado mucho estar presente en las diferentes actividades organizadas para la celebración, además de haber hecho parte de la variada programación, pero por encontrarme radicado en otra ciudad no me fue posible. Pero lo importante es que soy Filipense de corazón y por eso nunca olvidaré a mi amado colegio y siempre agradeceré las enseñanzas que me dieron.
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