Con una amplia participación, concluyó en la Villa de las Palmas un evento artístico que se ha convertido en referente del teatro en el Valle del Cauca y en Colombia.
Siempre me he preguntado y, quizá usted se identifica conmigo, si ser artista no es más que la batalla del Quijote de la Mancha contra enormes molinos que alimentan el movimiento de sus aspas con la brisa del atardecer. Es decir, un riesgo, porque si no hay corrientes de viento, se quedan inermes.
Igual cuando no entran espectadores al circo pobre, al cine del barrio o, sencillamente, no se arremolinan curiosos alrededor del hombre que rasga una guitarra en un parquecito cercano, haciendo evocar los tiempos en los que Piero, Pablo Milanés o Silvio Rodríguez eran una sensación para la juventud rebelde de los setenta y los ochenta.
Porque se trata de una aventura que no diezma los ánimos de quienes se atreven, aunque las cosas no salgan como esperaban, y en lugar de billetes recauden monedas, resulta admirable la XVI versión del Festival Nacional de Teatro Popular, que concluyó el Palmira, Valle del Cauca. Además, con todas las presentaciones gratis.
Luis Eduardo Jiménez y Ana Rosario Grisales, los directores de la Compañía El Teatro Vive, son enfáticos en decir que es un compromiso con la ciudadanía, generando espacios de transformación social y un decidido apoyo a la paz.
Los asistentes a las funciones pudieron apreciar obras como La Bufonada, Los Impunes, La Búsqueda, ¿A quién teme el lobo feroz?, Mis zapatos gastados y otras tantas, que ponen en evidencia la crisis social que atraviesa Colombia—no de ahora, sino desde hace más de medio siglo–, crisis que urge superar.
Esta actividad que lleva muchos años, con tesón, empecinamiento y una buena dosis de entusiasmo, evidencia que el arte no pasa de moda. Tampoco la creatividad para mostrar los problemas sociales de quienes han sido sumidos, por muchas décadas, al olvido y el silencio.
Reconocimiento a los organizadores y el deseo de que eventos de este tipo se realicen en todo el país. Desde mi escritorio, un sonoro aplauso.