Con profunda preocupación nuevamente nos toca referirnos al aumento de los lamentables y dolorosos episodios de feminicidios en nuestro departamento de Nariño, puesto que en las últimas horas se registró en zona rural de Tumaco, el asesinato con arma de fuego, de una joven de 19 años de edad.
El año anterior, de acuerdo con la información suministrada por la Fiscalía en esta zona sur del país se registraron 15 feminicidios, pero organizaciones como Fundepaz aseguran que fueron 20 y ahora, en los cinco primeros meses de 2022, con el homicidio que se acaba de presentar en el puerto nariñense, se tiene que en el presente año el número es de 14.
Nos parece que ante la gravedad que está tomando en nuestra región este enorme flagelo de los feminicidios, es la hora de cambiar la acostumbrada retórica que se despliega en los diferentes medios de comunicación siempre que ocurre un hecho de violencia contra las mujeres y aplicar acciones más concretas y efectivas.
«Reiteramos que la solución contra los feminicidios no son las frases retóricas y almibaradas consignadas en documentos oficiales, las que suenan muy bonito, pero que en realidad no sirven de nada, puesto que no se evidencia el compromiso que debe existir para buscar las soluciones que se requieren».
Sí, nos parecen muy bonitas las conmemoraciones del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, pero mucho tememos que si no se buscan soluciones reales a esta grave problemática, para el próximo 25 de noviembre, fecha en la que se celebra el mencionado día, vamos a tener una funesta e histórica cifra de víctimas de feminicidios en el departamento de Nariño.
En ese sentido, debemos señalar que el Estado tiene la obligación de garantizarles a las mujeres, el pleno derecho a una vida libre de violencias, pero los hechos que estamos presenciando nos muestran la poca efectividad de esas políticas.
Al respecto, recordamos que con el inicio de la pandemia de Covid-19 en marzo de 2019, lo que obligó a las autoridades a tomar medidas sin precedentes, como el confinamiento el cual disparó los casos de violencia contra las mujeres al verse ellas obligadas a permanecer encerradas con sus potenciales y, a la postre, reales agresores. O unos casos que nos parecen aberrantes, como los de darles la casa por cárcel, a los hombres hallados responsables de agresiones a sus esposas o compañeras sentimentales.
Nos referimos a un problema de alta complejidad, puesto que, de manera paradójica, el hecho de que en las comisarías de Familia de Pasto disminuyan los casos de atención a las mujeres que se consideren víctimas de violencia en su contra, no significa que estos estén disminuyendo como sería lo ideal, sino que ellas no están denunciando las agresiones en su contra, las cuales tipifican varias clases de violencia, como la física -la más recurrente en nuestro medio- la sicológica, la negligencia y la violencia sexual, situaciones que en más de una ocasión han llevado a los feminicidios.
Ese aumento de la violencia en contra de las mujeres en nuestro departamento de Nariño nos muestra con inquietante claridad que la intervención del Estado para prevenir estos hechos es improvisada, equivocada y poco útil para enfrentar esta delicada problemática.
Por lo tanto, reiteramos que la solución contra los feminicidios no son las frases retóricas y almibaradas consignadas en documentos oficiales, las que suenan muy bonito, pero que en realidad no sirven de nada, puesto que no se evidencia el compromiso que debe existir para buscar las soluciones que se requieren. A esto, nosotros le agregaríamos otros factores en contra, como el desconocimiento de algunos funcionarios a las normas que protegen a las mujeres y también su poca sensibilidad para manejar estos asuntos tan sensibles.
Por ello, en nuestro departamento de Nariño hoy seguimos sufriendo la máxima expresión de violencia contra las mujeres: el asesinato motivado por su género, los horribles feminicidios que hoy azotan a nuestra región.

