Carlos Santa María.

Extraditar a Assange: asesinar al periodismo

El Estado Profundo o las más poderosas élites internacionales desean a Julián Assange muerto. El “Occidente” desnuda su voracidad de cuerpos mutilados.

Como se sabe, este periodista australiano denunció la cobardía estadounidense al masacrar a miles de civiles en Afganistán e Irak principalmente, convirtiéndose en un objetivo militar de Washington el cual utilizó las principales armas con el fin de secuestrarlo, encarcelarlo y eliminarlo definitivamente.

Primero armaron un cuento sexual sueco según el cual habría violado a una mujer cuarentona, lo que al no ser evidenciado se propuso como una relación no consensuada, implicando una orden de captura y debiendo huir a Inglaterra. Al ser una denuncia débil, se determinó encarcelarlo para llevarlo a USA y enjuiciarlo como espía, pese a no tener nacionalidad estadounidense, para darle pena capital.

 

«La conclusión es clara: prisión para el periodismo que denuncia con la verdad o “libertad” para la prensa sumisa que engaña a la opinión pública sin sufrir ninguna crítica válida».

 

Sin embargo, en Londres logró asilarse en la embajada de Ecuador cuya nacionalidad adquirió, aunque nunca las autoridades británicas lo dejaron salir por siete años donde lo tuvieron aislado, espiado incluso en lo más íntimo y finalmente al retirarse su ciudadanía por Lenin Moreno, un presidente traidor, fue expulsado de la sede y detenido en una de las cárceles de alta seguridad (Belmarsh) al ser considerado prácticamente un terrorista de muy alto nivel.

Actualmente se ha aceptado la solicitud de extradición a Estados Unidos por parte del gobierno británico donde no hay seguridad ninguna para su vida, salud, equilibrio, defensa, etc., ya que las garantías dadas por EE.UU. no son en absoluto de fiar lo que han manifestado numerosas organizaciones de derecho humanos, así como la defensa de Assange asegura que esta propuesta sobre la protección del fundador de WikiLeaks no se cumplirá porque nunca lo ha hecho y existen numerosos casos que lo prueban.

Exponen que Assange se está deteriorando muy rápidamente, lo que llevará a su muerte o suicidio impajaritable.

La conclusión es clara: prisión para el periodismo que denuncia con la verdad o “libertad” para la prensa sumisa que engaña a la opinión pública sin sufrir ninguna crítica válida.

Por: Carlos Santa María