Exploradores descubrieron senderos secretos y rutas escondidas en Nariño

A las afueras de Pasto, lejos de los destinos turísticos tradicionales, un grupo de senderistas ha convertido la exploración de parajes escondidos en una tradición de fin de semana. Estas rutas, dispersas en municipios como Chachagüí, Sandoná, Yacuanquer y otros rincones rurales del departamento de Nariño, ofrecen un contacto íntimo con la naturaleza y un escape del ritmo urbano.

«Cada caminata es una sorpresa», comenta Laura, una de las participantes frecuentes. “Hemos recorrido antiguos caminos indígenas, bosques de niebla, riachuelos cristalinos y miradores naturales que casi nadie conoce. Es como redescubrir nuestro territorio con cada paso.”

A diferencia del conocido Volcán Galeras, estos senderos se caracterizan por su tranquilidad y la posibilidad de adentrarse en ecosistemas únicos sin la presencia masiva de turistas. La diversidad de flora y fauna es notable: orquídeas silvestres, aves endémicas y paisajes que cambian con cada kilómetro recorrido.

Exploración y comunidad

Los grupos se organizan de manera autónoma o a través de colectivos locales de senderismo. Andrés, uno de los guías que lidera algunas rutas, destaca el valor comunitario de estas experiencias. “Más allá del ejercicio físico, es una forma de fortalecer vínculos entre personas que aman el territorio. Siempre hay tiempo para compartir una char la, tomar fotos y aprender del entorno.”

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Muchos de estos caminantes documentan sus recorridos en redes sociales, alentando a otros a unirse a la práctica responsable del senderismo. «Nos motiva saber que estamos fomentando una cultura de respeto por el ambiente», agrega Leidy, caminante habitual.

Precaución

Aunque los destinos no implican la peligrosidad de una zona volcánica activa como el Galeras, los senderistas también asumen retos importantes: caminos escarpados, climas cambiantes y largas distancias. Por eso, la preparación y el respeto por la naturaleza son esenciales. “Siempre vamos con guías cuando no conocemos el terreno. No se trata solo de caminar, sino de hacerlo con responsabilidad”, dice Joaquín, otro miembro del grupo. Estas rutas rurales también ofrecen un respiro mental. El contacto con lo natural, el silencio de los bosques y el aire puro se convierten en una terapia informal frente al estrés diario. “Es una desconexión total, pero también una reconexión con lo esencial”, comenta Samuel, mientras ajusta su mochila al borde de un nuevo sendero.