Por: Angie Carolina Eraso.
Encuentro en cada imagen familiar, un rostro desenfocado y no puedo ni siquiera reproducir su voz en mi mente porque no la encuentro, ni siquiera la conozco. Sólo puedo recordarme corriendo tras reproducir el casete viejo donde me hablaba antes de nacer, yo, temblando de miedo por el eco que lo inundaba todo con ese segundo penetrante. Recuerdo mi grito y ansiedad, misma que conservo y que inmortaliza la incompletitud, pues entre las muchas posibilidades del universo, estoy colgada de esta que lo alejó de mí sin razones de peso.
«Desde este extremo de la vida, deseo que cada niña y niño sea deseada/o, amada/o, criada/o copaternal y respetuosamente, para hacer del mundo un lugar más sano y menos hostil».
No me gusta decir su nombre, odio cuando dicen que nos parecemos, me rehúso a creer que sus gestos permean los míos y que mi cara se parece a la suya. Me es insoportable escuchar la canción que lleva mi nombre porque sé que le gustaba y la sensación de querer retenerlo, me hace sentir menos inteligente y más frágil. Pero me detengo, porque los reproches sobran cuando la ausencia todo lo embarga, no interesan los motivos o las culpas, sólo queda escribir esto como una excusa para que los que sí pueden hacerlo, sepan que no están solos, que los entiendo, pues también soy hija que prefiere saltarse los junios y revestirse de una dureza innecesaria para ser indiferente al desconsuelo.
No sé cuántas veces he visto su foto, ni cuántas explicaciones me he inventado para darle sentido a todo, pero lo perdono. Perdono al tiempo, a la distancia, a la vida, a la orfandad, a la dimensión que habito donde ya no está y donde decir “papá” significa sentir nostalgia eterna.
Puede interesarle: https://www.diariodelsur.com.co/a-proposito-del-dia-del-padre-un-cuento-para-reflexionar/
En medio de todo, agradezco por haberme permitido tener a la mejor madre, aunque desde hace 23 años ella se haya convertido en parte de la proporción de hogares encabezados por mujeres solas o sin pareja en Colombia (que según la Encuesta Nacional de Calidad de Vida, hecho por el DANE para 2022, fue de del 69,7%).