Exalumnos del Colegio Ciudad de Pasto celebran sus Bodas de Rubí

Exalumnos de la Promoción 1985 del Colegio Ciudad de Pasto se dieron cita para conmemorar un hito trascendental en sus vidas: el cuadragésimo aniversario de su graduación como bachilleres académicos, también conocido como sus “Bodas de Rubí”. La ocasión se convirtió en una experiencia inolvidable, donde los recuerdos del pasado y la alegría del presente se entrelazaron para celebrar la amistad y la trayectoria compartida.

A lo largo de las décadas, cada uno de los exalumnos ha recorrido caminos diversos: algunos emigraron, otros se quedaron en Pasto; muchos formaron familias, construyeron carreras, enfrentaron retos personales y profesionales.

Reconocimiento

Pero todos coincidieron en que esta reunión no solo era una celebración, sino también un acto de reconocimiento a su origen común: los años vividos entre las aulas, los patios, las travesuras y los sueños de juventud en el Colegio Ciudad de Pasto.

La jornada inició con una misa conmemorativa, un momento solemne y espiritual dedicado a honrar la memoria de los compañeros que ya no están. Nombres que aún resuenan en los corazones de quienes compartieron con ellos una etapa esencial de la vida. Las palabras del sacerdote, acompañadas por cantos y oraciones, dieron paso a una emotiva reflexión colectiva: la vida es efímera, pero la huella que dejamos en los demás es eterna.

Espacio

Tras la eucaristía, los asistentes se trasladaron a un espacio especialmente preparado para recibirlos en un ambiente cálido, elegante y fraternal. Allí se ofreció una cena de camaradería, donde cada rincón del salón se llenó de conversaciones animadas, carcajadas y abrazos sentidos. Muchos no se veían desde hacía décadas; otros habían mantenido contacto esporádico. Sin embargo, bastaron unos minutos para que la conexión entre ellos se reavivara como si el tiempo no hubiera pasado. Uno de los momentos más especiales fue la intervención de los profesores invitados, María Luisa Figueroa y Jorge Arturo Bravo, dos figuras queridas y respetadas por toda la promoción. Su presencia fue recibida con cariño y emoción. “Verlos a ustedes reunidos, con esa chispa en los ojos, es para nosotros una recompensa al trabajo de educar. Ustedes son nuestro orgullo”, expresó la profesora Figueroa con la voz quebrada por la emoción. Por su parte, el profesor Bravo compartió anécdotas de sus años como docente, arrancando risas y aplausos de los presentes.

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