En el último fin de semana, un hecho de singular trascendencia ocurrió en el medio oriente: el ataque de Irán a Israel, como respuesta y venganza al bombardeo a su embajada en Damasco, donde murieron altos mandos militares iranies. Este acontecimiento implica de por si la expansión en la tensión en el Medio Oriente, pero lo más significativo es la declaración del presidente Biden de apoyar irrestrictamente a Israel.
Si tenemos en cuenta las bases militares que posee Estados Unidos en Irak, e ilegalmente en Siria y en otras partes del continente asiático, estamos leyendo que Estados Unidos entraría en directo a la guerra; No es ya el apoyo económico o con armamento a Ucrania, sino que significa la guerra total.
La implicación de Estados Unidos, sin lugar a duda tendría consecuencias necesarias en la política interior norteamericana, en vista de las elecciones de noviembre. No es difícil entender que podría ser la debacle para la reelección de Biden.
Si el apoyo de Estados Unidos a Israel se concretiza en una acción bélica directa, algo muy gordo va a suceder antes de noviembre, a lo referido con anterioridad con respecto a las bases norte americanas, es que también serán atacadas, lo que implica el desenlace de una conflagración a nivel mundial; todo esto significa una guerra directa.
Si se desencadena una situación de esta gravedad es muy posible que otros enemigos de Occidente aprovechen la ocasión para levantarse en su contra, según este análisis se está viniendo lo peor, si en una región estratégica para el mundo no se logra una distención inmediata, que como lo hemos visto, al contrario, el conflicto se va extendiendo hasta un punto de altísimo riesgo con los últimos acontecimientos. Al momento de escribir estas líneas, Solamente hay amenazas de Israel de contestar el ataque de Irán.
