Por: Luis Eduardo Solarte Pastás
Hay quienes califican a la Corporación Autónoma Regional para el Desarrollo de Nariño (Corponariño), como “elefante blanco porque no brinda ninguna herramienta ni diseña un plan de contingencia para prevenir los incendios forestales que azotan a toda la región”.
Sin embargo, se equivocan las personas que califican a Copornariño de “elefante blanco” porque estos no existen, en cambio tal entidad sí.
Pues, ella se constituyó para proteger en forma efectiva y acertada los recursos naturales en todo el sentido de la palabra. Pero, desde un tiempo para acá hemos visto que la institución se ha convertido en una especie de barco a la deriva que navega sin ningún rumbo concreto y con una burocracia inepta que la impide cumplir con las estrictas y claras funciones que se le asignaron en su nacimiento.
Sus funcionarios, pareciera que vivieran en algún otro planeta distinto a la tierra porque “no se inmutan ni se emputan” por prevenir la extensa lista de peligros y desastres que por culpa de unos desadaptados sociales hoy en día afronta esta sección del país.
La erosión de los suelos, la desertificación, la pérdida de las tierras cultivables, la contaminación, la deforestación, la extinción de especies y aun la destrucción de sistemas ecológicos enteros, son problemas que no les merece la mayor atención a los burócratas que dicen pertenecer a Copornariño.
A veces se llega a creer que cuando eligen un nuevo director ejecutivo de la entidad, él va a poder sacar a Corponariño del anquilosamiento y la politiquería a que ha sido sometida por sus antecesores; pero lastimosamente vemos que ese objetivo no se ha cumplido y que mucha gente, como los que pertenecen al cuerpo de bomberos, defensa civil y policía nacional, se siente más que nunca defraudada y decepcionada por su nefasta gestión administrativa.
Corponariño por mandato legal recauda sumas millonarias del impuesto predial y otros gravámenes que les corresponde pagar a los ciudadanos de todos los municipios; sin embargo, los dineros no se sabe en qué proyectos o programas efectivos de protección ambiental se invierten porque casi la mayoría de alcaldes y organizaciones ambientalistas se quejan que la entidad no hace nada por la defensa de los recursos naturales.
Los integrantes de la Junta Directiva de Corponariño, quienes serían en primera instancia, los más llamados a controlar la forma en que se invierten los recursos públicos se hacen los de la vista gorda frente a todo lo que está sucediendo en la entidad. Simplemente, se conforman con asistir de vez en cuando a una que otra reunión para aplaudir y aprobar, sin detenerse a leer el cúmulo de papeles que tal vez les presente el director ejecutivo, manifestando que allí se contemplan “grandes estrategias”, lo ´”último en guaracha,” a fin de dizque salvar del caos ambiental a Nariño, pero que a la hora de la verdad eso no es así.
Organismos, como la Procuraduría Regional y la Contraloría, tampoco hacen nada para vigilar y controlar el destino del presupuesto de Corponariño. En materia de control ambiental tanto la Procuraduría como la Contraloría están “dormidos en los laureles” y soñando, al igual que los funcionarios de Corponariño, de estar viviendo en otro lugar del sistema solar y no con los pies puestos en una tierra, la cual cada vez se está destruyendo más.
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