En medio de un panorama económico nacional marcado por la inflación y la disminución del poder adquisitivo, los emprendedores de la ciudad de Pasto no bajan la guardia. Lejos de rendirse ante las bajas ventas o la inestabilidad del mercado, muchos de ellos se reinventan día a día para mantener sus negocios a flote y seguir aportando al desarrollo económico de la región.
Las calles, ferias, mercados y espacios comunitarios siguen siendo el escenario donde el ingenio y la perseverancia de pequeños comerciantes toman vida. Desde alimentos artesanales y productos de belleza hasta textiles, manualidades y artículos reciclados, los emprendimientos en Pasto reflejan no solo el talento local, sino también la capacidad de resiliencia de quienes los lideran.
“Este año ha sido muy difícil, pero aquí seguimos, con las mismas ganas de salir adelante y mostrar lo que hacemos con tanto esfuerzo”, comenta Marcela López, una madre cabeza de hogar que participa en ferias comunitarias desde hace tres años, y que ha convertido su pasión por la repostería en una fuente de sustento familiar.
Emprendimiento
Como ella, decenas de mujeres han encontrado en el emprendimiento informal una salida ante la falta de empleo formal y una vía para alcanzar cierta independencia económica. Sin embargo, no son las únicas. También hay un creciente número de hombres que se dedican a la elaboración de productos artesanales, muebles reciclados o accesorios decorativos, quienes ven en estas plataformas una oportunidad de exhibir su talento y conectar con nuevos públicos.
Ferias como las realizadas en el Parque Infantil, el Centro Histórico o barrios como El Rosario y Las Lunas, han sido clave para visibilizar el trabajo de estos pequeños empresarios. Estos espacios, apoyados en algunos casos por organizaciones comunitarias o instituciones locales, representan mucho más que una vitrina de ventas: son puntos de encuentro, aprendizaje y dignificación del trabajo independiente.
Oportunidad
“Mi objetivo va más allá de vender. Quiero ofrecer empleo a otras personas que, como yo, buscan una oportunidad para mejorar su vida”, afirma Germán Bustos, comerciante nariñense que trabaja con personas en situación de vulnerabilidad en la fabricación de bolsos y accesorios ecológicos. Su iniciativa ha permitido que varias familias generen ingresos sostenibles y desarrollen habilidades productivas. Este tipo de esfuerzos, aunque muchas veces invisibilizados, tienen un impacto directo en la economía local. No solo ayudan a dinamizar el comercio en barrios y sectores populares, sino que también fomentan la economía circular, el consumo responsable y la identidad cultural de la región.
