La reciente salida del general Óscar Murillo, junto a otros seis brigadieres generales que no fueron promovidos a mayor general, ha suscitado una serie de especulaciones sobre las dinámicas internas del Ejército Nacional. Según fuentes militares, la presión ejercida por el ELN podría ser un factor significativo detrás de su dimisión.
Se menciona que esta exigencia del grupo armado se remonta a hace dos años, pero no había podido concretarse hasta ahora. Esto sugiere un contexto complejo en el que las relaciones entre el Gobierno y el ELN, así como las decisiones dentro de las fuerzas armadas, están interconectadas.
La salida de un alto oficial como Murillo podría tener implicaciones importantes para las negociaciones en curso y la estrategia del Ejército frente al ELN. Este tipo de presiones, si se confirman, plantea preguntas sobre la autonomía de las fuerzas armadas y el impacto que los grupos armados pueden tener en la estructura institucional. Además, sería interesante explorar cómo esta situación puede afectar la moral dentro del Ejército y la percepción pública sobre la capacidad del Gobierno para manejar el conflicto armado.

