En los rincones de Nariño, entre las montañas que custodian la historia ancestral, Miguel Ángel de la Cruz moldea el barro con la destreza de quien lleva en sus manos el legado de sus antepasados. Heredero de una tradición milenaria, Miguel Ángel decidió abrazar el oficio de alfarero para rescatar del olvido la sabiduría y la magia que encierra el arte de modelar la tierra.
Conocido por su habilidad para transformar el barro en obras de arte que narran la historia de la cultura Pasto, Miguel Ángel sigue los pasos de sus padres, quienes le enseñaron desde niño el arte de la alfarería. Cada pieza que crea es el resultado de un proceso minucioso que comienza con la recolección y preparación del barro, siguiendo las fases lunares para garantizar su calidad y resistencia.
La técnica de Miguel Ángel se basa en réplicas precolombinas de Pastos y Quillacingas, utilizando únicamente materiales naturales, sin químicos. Esta autenticidad es lo que hace que sus piezas sean tan especiales, hablando por sí mismas y llevando consigo la historia y la esencia de Nariño a cada rincón donde viajan.
Entre las piezas favoritas de Miguel Ángel se encuentran los mambeadores y las maternidades, que encierran la sabiduría y las enseñanzas de sus antepasados. Sin embargo, a pesar de su amor por el oficio, Miguel Ángel reconoce los desafíos que enfrenta la alfarería ancestral, como la falta de espacios para su promoción y la escasez de jóvenes dispuestos a continuar la tradición.
Consciente de la importancia de preservar este legado, Miguel Ángel hace un llamado a promover el aprendizaje de la alfarería desde temprana edad, inculcando en niños y jóvenes el valor del trabajo hecho a mano y la conexión con la tierra. Su consejo es claro: valorar lo ancestral y demostrar que es posible vivir dignamente de este oficio que tanto enriquece el alma y el espíritu.
En cada pieza de barro que moldea, Miguel Ángel de la Cruz no solo perpetúa una tradición, sino que también lleva consigo la esperanza de un futuro donde la alfarería ancestral siga siendo valorada y apreciada por las generaciones venideras.

