Por: Carlos Álvarez
Se levantó Chile hace casi 4 años, se levantó Colombia hace 2 años, lo hizo Bolivia y ahora lo está haciendo Perú. Cada uno tiene líneas comunes con los demás, pero también diferencias. Comunes, que todos pertenecen a nuestra América Latina, y que en todos se levantaron en inmensas protestas sociales contra la injusticia, inequidades y una represión que acarreó la muerte de muchos ciudadanos sobre todo jóvenes sin porvenir que no veían un futuro dentro de una sociedad dominada por élites centenarias dueñas del 90 de la riqueza. También diferencias, como es lógico, por la diferente constitución étnica como en el Perú y Bolivia de mayoría quechua y aimara. También hubo determinantes políticos de diferente causa inmediata, como en el Perú que fue el golpe al presidente castillo elegido popularmente por las mayorías del sur en contra de Lima y la costa peruana residencia de las oligarquías descendientes de los criollos del siglo XVI que sojuzgaron a los indígenas dueños del Imperio que llegó hasta el sur de Colombia.
Hasta el momento de escribir esta crónica, habían más de cincuenta muertos principalmente en Puno y Juliaca situados alrededor del lago, con armas de fuego de los agentes del Estado que preside Dina Boluarte quien llevará seguramente a una nueva catástrofe política a su país siendo la séptima jefe del Estado Peruano en menos de 4 años.
La crisis es muy grave. No se sabe aún en que desembocará. La solución más democrática sería el retorno de Castillo a la presidencia. Al fin y al cabo, fue elegido por una mayoría. Desde el primer día de su mandato le cayeron en cargadilla, sin embargo, no hubo nada de las predicciones de los magos: expropiaciones, castro chavismo, comunismo y todos esos embelecos inventados en Colombia por los contradictores de Petro para atajarlo en su marcha al poder.