Por: Pablo Emilio Obando A.
Nos sorprendimos hace algunos meses por la inaudita y vergonzosa declaración del representante a la cámara por Nariño Erick Velasco en la cual afirmaba que la doble calzada Pasto – Popayán es una obra que «en realidad no se necesita». Ante la tormenta de críticas y comentarios en los cuales se censuraba su desafortunada intervención el congresista expresó que «lo descontextualizaron». Los videos, las cámaras y los micrófonos dan cuenta de su absurda forma de pensar y abordar la problemática de Nariño.
Ante los últimos sucesos generados por un prolongado invierno, los continuos y peligrosos deslaves que han bloqueado completamente al departamento de Nariño por todos sus costados – únicamente nos falta un tsunami en Tumaco-, que se traducen en escasez de combustible, suspensión del servicio de gas, incremento del precio de alimentos, cierre de pequeñas y medianas empresas y un encarecimiento general de los principales productos de la canasta familiar podemos dimensionar el talante de nuestra clase dirigente.
La panamericana que une a Pasto con Popayán es una vía que más parece trocha. Cada nada vivimos ese espantoso drama de bloqueo y cierre de la única alternativa de contacto con el interior del país. Cientos y miles de productos agrícolas y pecuarios se pierden en medio de carpas, lodo y olvido. Florece el desempleo, el hambre y la miseria en el campo proyectandose a una ciudad como Pasto que lo único que les puede ofrecer es desamparo y un pedazo de tierra, sin servicios básicos. A su ritmo crece la inseguridad y la violencia.
Y es en este contexto que deploramos las insensatas declaraciones de uno de nuestros congresistas, elegido con el voto de ese pueblo marginado y sufrido y que hoy mira como sus anhelos de cambio y redención se entregan a cambio de burocracia y clientelismo .
Vemos hoy la necesidad de tener unas vías dignas, amplias y de rápida movilidad. La competividad de una región se mide por la calidad y amplitud de sus vías. Un pueblo que se respete exige, con todas sus fuerzas vivas, una inversión digna y decorosa en infraestructura vial. Sólo así puede movilizar sus productos, canalizar su progreso y afianzar su desarrollo.
Expresar que Nariño NO REQUIERE VIAS, es absurdo, doloroso y la clara expresión de traición a su pueblo. Con dirigentes de esta naturaleza jamás alcanzaremos la redención social o la justicia económica . Veremos crecer el desarraigo del campesino, la pobreza del pequeño emprendedor y la desmotivación del empresario que no tiene otra alternativa que migrar hacia actividades menos altruistas y solidarias.
Lo expresado por el rrepresentante Erick Velasco no solo es desafortunado, es un insulto a la inteligencia y sensibilidad de un pueblo. No hemos escuchado un pronunciamiento serio en tal sentido de nuestra clase dirigente, callan en el recinto del congreso mientras a duras penas vociferan en los micrófonos regionales.
Un pueblo que no se atreve a despertar está condenado a vivir sus más horrendas pesadillas. Y en esta noche de amargura y dolor para el pueblo de Nariño únicamente nos resta invocar esa fortaleza, bravura e hidalguia de las que tanto hacemos gala como pueblo. Se ha desatado una tormenta que cesará en el instante mismo en que vislumbremos un futuro iluminado por nuestro propio sentir.

