A esta es la imagen de Cristo Crucificado ubicada en el barrio Niza II llegan cientos de fieles a pedir sus favores y a agradecer.

El Señor Crucificado, símbolo de esperanza y unidad en el Niza II de Pasto

El reconocido líder comunitario Carlos Campaña Ramírez, explica que la imagen ha sido testigo de incontables plegarias, promesas y agradecimientos.

En medio de las calles tranquilas del barrio Niza 2, al sur de la ciudad de Pasto, la fe ha encontrado un espacio para florecer a través de una imagen del Señor Crucificado que, desde hace varios años, se ha convertido en un referente espiritual para los habitantes de esta zona. La devoción que inspira esta estatua, ubicada en la manzana C del barrio, ha unido a la comunidad en torno a la oración, la gratitud y el compromiso colectivo.

La historia de esta imagen sagrada inicia con un acto de generosidad: fue donada por una mujer oriunda de Pasto, quien actualmente reside en Italia. Su intención era dejar un símbolo de fe en el barrio donde creció, y su regalo no pasó desapercibido. Con el paso del tiempo, esta figura de Cristo crucificado no solo encontró un lugar físico, sino también espiritual en el corazón de los vecinos.

Carlos Campaña Ramírez, reconocido líder comunitario del sector, explica que la imagen del Señor Crucificado ha sido testigo de incontables plegarias, promesas y agradecimientos. “Este Cristo lleva muchos años con nosotros. Fue recibido con amor y hoy es cuidado con mucha devoción. Hay placas que dan testimonio de los milagros recibidos, porque cuando se le pide con fe, el Señor responde. Eso es lo que la gente siente y vive aquí”, afirmó.

Colaboración

Todos los domingos, hombres, mujeres, adultos mayores y niños llegan hasta el lugar donde reposa la imagen para ofrecer flores, encender velas, hacer peticiones o simplemente agradecer. Algunos colaboran voluntariamente con la limpieza del sitio, asegurándose de que siempre esté en condiciones dignas. Otros se encargan de vestir la imagen con túnicas de distintos colores: blanco, rojo, azul, verde, según la época litúrgica o las festividades religiosas. El cambio de vestimenta se realiza cada quince días, con la ayuda desinteresada de fieles que donan los trajes como muestra de agradecimiento por los favores recibidos.

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La comunidad de la manzana C, en especial, ha asumido la responsabilidad de cuidar al Señor. “Lo cuidamos como si fuera parte de nuestra familia. Lo limpiamos, lo vestimos, lo protegemos del clima y sobre todo, le oramos. Cada vecino ha visto cómo su vida cambia cuando se acerca a Él con fe. Aquí no hay que ver para creer, aquí se cree, y luego se ve”, añadió Campaña Ramírez.

Los testimonios abundan. Doña Rosa Elena, habitante del sector desde hace más de 20 años, asegura que, gracias a sus oraciones al Señor Crucificado, su hijo se recuperó de una grave enfermedad. “Yo solo pedía que me lo dejara con vida. Le prometí flores todos los domingos y hasta hoy cumplo. Él me hizo el milagro, y yo estoy eternamente agradecida”, comentó con lágrimas en los ojos.

En tiempos donde la indiferencia y el individualismo parecen imponerse, el Señor Crucificado de Niza 2 representa todo lo contrario: solidaridad, fe compartida y comunión entre vecinos. Cada gesto, cada colaboración, cada oración, reafirman que la espiritualidad puede ser también un motor de transformación social.