Por: Narciso Obando
Muchos políticos que hoy ostentan el poder, necesitan romper miedos y empezar a pensar no en votos, sino en principios y valores. No según la lógica del poder, sino según el sentido de la justicia. No según las encuestas, sino según lo que les hace grandes ante Dios, ante su conciencia y ante los ciudadanos. Así se darán cuenta que algunos de sus actos les empequeñecen porque buscan solamente mantener calientes unos asientos privilegiados de gobierno, y recibir un salario más que suficiente para cumplir sus sueños, mientras dejan a sus conciudadanos abandonados a su destino.
Muchos políticos necesitan aprender a “perder” en la lógica del interés, a vivir en un alto riesgo de ser perseguidos por grupos de poder que tal vez pagan asesinos a sueldo para acabar con cualquier opositor que hable claro y que defienda la justicia y los valores, o que se dedican a una sutil y constante crítica a través de algunos medios de comunicación y hoy en día, especialmente a través de las diferentes redes sociales.
No importa el “fracaso” en el mundo de la corrupción si se triunfa en el mundo de la honestidad. Aunque tal vez llega la hora de decir que ser honesto no es sinónimo de fracasar. El fracaso verdadero inicia cuando hemos dejado de vivir según el bien, según la paz y el bienestar que esperan nuestros ciudadanos.
El fracaso inicia cuando permitimos leyes que favorecen a los delincuentes, o cuando dejamos abandonados a su suerte a millones de hombres y mujeres que buscan un poco de pan y un trabajo digno y pagado según justicia, cuando promovemos odios sin pensar en miles de personas que sufrirán lo indecible por culpa de la violencia que esto genera.
La política puede regenerarse. Tal vez desde abajo, con ciudadanos que no tengan miedo al voto “inútil”, a dar su sí a candidatos honestos aunque tengan pocas posibilidades de vencer. Si nadie empieza, si nos resignamos a la situación actual, seguirá habiendo políticos agarrados al poder, sin escrúpulos a la hora de violar los derechos de sus ciudadanos para permanecer un poco más de tiempo en un cargo público.
Desde hoy podemos escribir una nueva historia. Desde arriba, con políticos honrados, y desde abajo, con hombres y mujeres decididos a cambiar las cosas. Aunque los resultados no se vean ahora, aunque tal vez alguno muera, como un mártir, para el inicio de una Colombia realmente más solidaria y más honesta.

