En el último año, Colombia ha visto con preocupación cómo el hábito de fumar continúa afectando la salud pública, especialmente entre jóvenes y adultos jóvenes. Aunque en la última década se habían registrado avances significativos en la reducción del consumo de tabaco gracias a campañas educativas y políticas restrictivas, recientes estudios nacionales muestran que el número de personas que fuman a diario ha tenido un leve repunte, impulsado por factores sociales, económicos y culturales.
Expertos en salud pública señalan que el aumento del estrés laboral y económico que atraviesa buena parte de la población ha llevado a que muchos recurran al cigarrillo como mecanismo de desahogo, pese a los riesgos asociados. Además, el crecimiento del comercio informal ha facilitado el acceso a cigarrillos de bajo costo, lo que ha motivado un mayor consumo en sectores vulnerables.
Un punto crítico es el incremento del uso de cigarrillos electrónicos y vapeadores, especialmente entre adolescentes. Aunque estos dispositivos se han promocionado como alternativas menos dañinas, autoridades sanitarias advierten que también contienen sustancias nocivas y pueden convertirse en puerta de entrada al consumo de tabaco tradicional. En el último año, varias instituciones educativas han reportado un incremento preocupante en su uso dentro y fuera de los planteles.
Las consecuencias para la salud siguen siendo alarmantes. Los centros médicos del país han registrado un aumento en consultas relacionadas con enfermedades respiratorias y problemas cardiovasculares vinculados al tabaquismo. Médicos neumólogos recalcan que, aunque los efectos más graves se evidencian a largo plazo, el daño empieza desde los primeros meses de consumo habitual.
Ante este panorama, el Ministerio de Salud ha reiterado la importancia de reforzar las campañas preventivas y de promover programas de cesación accesibles para todas las comunidades. Sin embargo, expertos insisten en que la clave está en combinar la educación temprana con una regulación más estricta frente a la publicidad y distribución de productos de tabaco y vapeo.
El vicio de fumar continúa siendo una amenaza silenciosa, pero persistente, en la población colombiana. Y aunque las cifras recientes preocupan, también abren la oportunidad de fortalecer estrategias que protejan la salud de millones de ciudadanos.

