Por: Luis Eduardo Solarte Pastás
El desempleo es probablemente uno de los dramas sociales más grandes que hoy en día afronta Colombia.
Sin lugar a dudas, hombres y mujeres con capacidad y voluntad de trabajar sienten una frustración enorme cuando se les niega la posibilidad de hacerlo. No sentirse útil, no poder mantener a su familia, los llevan a incubar resentimientos contra toda la sociedad y sus instituciones, lo que desemboca muchas veces en conductas violentas y delictivas ante la falta de opciones.
Por todo ello, el desempleo plantea tal vez el problema económico más urgente que corresponde resolver en el nuestro país, sumado al de la violencia. El deterioro del mercado laboral preocupa porque de acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), en su último censo, Colombia tiene poco más de 52 millones de habitantes, en donde la tasa de desempleo alcanza un 10,3%.
Y los principales resultados entregados por el Dane dan cuenta que el 50% de la población en Colombia son mujeres, en tanto que 48.8% al género masculino. Pero, además, se establece que siguen las profundas diferencias por temas de género y edad. Pues, la tasa de desempleo de las mujeres llegó al 13.7% y el de los hombres el 7.9%.
De conformidad con las anteriores estadísticas varios analistas coinciden en afirmar que la difícil situación que vive el país en materia laboral, obedece al estancamiento de la economía, la polarización política, el freno de la inversión en prácticamente todos los departamentos y en la mayoría de los sectores productivos, sumado todo esto a la migración de venezolanos que ofrecen su fuerza de trabajo a unos precios irrisorios.
Es lamentable decirlo, pero hasta el momento no existe una verdadera orientación político-económica en la búsqueda de acertadas soluciones al problema de desempleo que nos aqueja porque el grado de acción y el discurso abstracto de los gobernantes se quedan siempre en sectores minoritarios de la población o simplemente en las ramas.
Y mientras todo eso ocurre, en Colombia, el desempleado ya no es solamente el analfabeta, el migrante anónimo del campo, sino una persona con educación, con conocimientos de sus responsabilidades como ciudadano y como trabajador, que se ha preparado a ser un aportante al sector productivo.
Médicos, odontólogos, abogados, zootecnista, ingenieros, profesores, etc., deambulan de un lugar a otro en busca de un trabajo que les facilite sobrevivir en esta abrumadora situación social; sin embargo, en la mayoría de los casos la suerte les es advera y en sus ojos se refleja un bienestar totalmente ajeno, una prosperidad que los excluye y los condena a la desesperación.
Así las cosas, el panorama laboral es incierto en el presente y hacia el futuro porque se esta demostrando la incapacidad del Estado para dar empleo digno y productivo a los colombianos.
Estamos ad portas de las campañas políticas con miras a las elecciones del próximo año y el presidente busca convocar a una consulta popular, cuyo contenido son unas preguntas de tipo laboral que tienen un tinte de populismo y de demagogia a fin de buscar un respaldo político para él y su gobierno, mientras tanto no hay propuestas viables, efectivas y concretas para contrarrestar el flagelo del desempleo que se vive en muchas familias, afectando su calidad de vida.
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