En medio de un país que busca reencontrarse con sus raíces y sanar sus fracturas sociales, surgen propuestas culturales que apuestan por la unidad en la diversidad. Una de ellas es el Festicuy, un festival nacido en Nariño que, con pasos firmes y decididos, quiere recorrer Colombia llevando consigo el legado vivo de una región que ha resistido con arte, alegría y comunidad.
Más que un espectáculo, el Festicuy es una declaración de identidad. Es el eco de voces ancestrales que hoy se transforman en cantos, danzas, sabores y tejidos. Es una invitación a mirar hacia el sur del país y descubrir una Colombia profunda, rica en expresiones, cargada de historias y con una vitalidad que merece ser compartida.
En esta entrevista exclusiva, los organizadores del Festicuy nos comparten su visión, sus sueños y sus desafíos en esta ambiciosa apuesta de expansión cultural.
¿Cuál fue el origen del Festicuy?
Este evento nació como una celebración comunitaria en Nariño, con la intención de rescatar nuestras raíces y ofrecer un espacio de encuentro cultural. En sus primeras versiones fue muy local, impulsado por colectivos artísticos y líderes culturales del departamento. Pero con el tiempo creció, sumó talentos, fortaleció sus contenidos y ganó un lugar importante en el panorama cultural regional. Hoy, después de varios años de consolidación, sentimos que está listo para dar un gran salto hacia lo nacional.
Porque Colombia es un país profundamente diverso, pero esa diversidad muchas veces se queda invisibilizada, especialmente cuando viene de regiones periféricas. El FESTICUY busca equilibrar esa balanza, mostrando que el sur también existe, que tiene una voz potente y que esa voz puede dialogar con otras. Además, creemos que la cultura es una herramienta poderosa para el tejido social, la reconciliación, la educación y la transformación.
¿Qué elementos diferencian al Festicuy de otros festivales?
Su raíz comunitaria, su conexión directa con la identidad nariñense y su apuesta por la inclusión. En el Festicuy hay espacio para lo ancestral y lo contemporáneo, para lo indígena, lo afro, lo campesino, lo urbano. Es un festival que no se queda en la exhibición, sino que promueve la participación activa. Nos preocupamos por que los contenidos sean auténticos, pedagógicos, accesibles y transformadores.
¿Qué tipo de actividades o expresiones artísticas se encontrarán?
El Festicuy es una experiencia multisensorial. Ofrecemos conciertos con agrupaciones tradicionales y contemporáneas, muestras de danza folclórica, ferias gastronómicas con platos típicos nariñenses, exposiciones de arte, espacios de narración oral, talleres de artesanía, encuentros académicos y actividades para niños. Es una fiesta de sentidos donde se celebra la diversidad de ser nariñense… y colombiano.
¿Qué significa para ustedes llevar el festival fuera de Nariño?
Es un sueño y una responsabilidad. Queremos llevar lo mejor de nuestra cultura a más públicos, pero sin perder el alma del festival. Bogotá será solo el comienzo. También estamos proyect ando llevarlo a Medellín, Cali, Barranquilla, Cartagena y otros lugares. Queremos descentralizar la cultura, mostrar que lo valioso no siempre viene del centro, que la periferia también tiene mucho que ofrecer.
¿Cómo ha sido la respuesta de las comunidades?
Muy positiva. Nos han recibido con curiosidad y entusiasmo. Muchos se sorprenden al descubrir la riqueza de nuestras expresiones, y eso nos llena de alegría. Las autoridades culturales han mostrado interés en respaldar este proceso, aunque todavía falta fortalecer alianzas a largo plazo que aseguren la sostenibilidad del festival. Lo importante es que la semilla está plantada, y la respuesta ha sido esperanzadora.
¿Qué impacto esperan generar a largo plazo?
Aspiramos a que el FESTICUY se convierta en un referente nacional de cultura regional. Que inspire a otros territorios a hacer visibles sus propios patrimonios. Queremos que los artistas nariñenses tengan más oportunidades, que las nuevas generaciones se reconecten con sus raíces, y que se fortalezca el orgullo por lo nuestro. En el largo plazo, el FESTICUY quiere ser una plataforma de transformación social, cultural y económica.
DESTACADO
El FESTICUY es mucho más que un evento artístico: es una afirmación de identidad, un canto de resistencia, un grito de alegría colectiva. Es la prueba de que, incluso en medio de las dificultades, la cultura sigue siendo una de las fuerzas más poderosas para unirnos, reconocernos y proyectarnos como nación. Desde las montañas de Nariño hacia todo el territorio colombiano, este festival es una invitación abierta a la diversidad, a la inclusión y al diálogo entre culturas. Y como dicen sus organizadores: “La cultura es un regalo, y el Festicuy quiere compartirlo con todos”.

