A medida que se van acercando las elecciones al Congreso de la República uno se encuentra en la calle, en las plazas o en las cafeterías, con varias opiniones y análisis sobre el resultado que entregará estos comicios. Para algunos, el estallido social no impactará en la decisión y para otros, este será el inicio de un cambio histórico para la patria.
Las reflexiones no deben aguardar a que pasen las votaciones para darnos cuenta si las manifestaciones sociales van cumpliendo con su objetivo. Considero que las protestas ya entregaron tres acciones importantes para resaltar y pensar en que sí es posible oxigenar el Congreso colombiano.
“El estallido social ya alquiló palco para ver los resultados en democracia”.
Primera: Las cerca de tres millones de cédulas nuevas inscritas en todo el territorio nacional, demuestran que la participación electoral subirá. Sin importar por quién se decida, ya es algo esperanzador entender que en esta correría habrá nuevos colombianos ayudando a fortalecer la democracia. Cada vez que los ciudadanos aumenten, la compra de votos será menor, porque ya no tendrá que conseguir 10 tamales sino 90. La misma Registraduría calificó de histórico el número de anotados.
Segunda: La decisión de no postularse para el siguiente periodo de varios caciques o políticos feudales en cada región del país, señala que sus ‘matemáticas’ electorales les entregaron un alto porcentaje de riesgo para quemarse, ya que, sencillamente, sus adeptos no provienen por el discurso y por llenar plazas públicas, es decir, no conquistan votos de opinión, los cuales, están, sin duda, en las nuevas cédulas inscritas.
Y tercera: La incertidumbre en los expertos sobre cuál partido o movimiento político tendrá la mayoría de representación en el periodo legislativo 2022-2026, indica que el estallido movió las fichas. Recuerden que, en los años anteriores, por esta época en los meses de febrero, el tablero de curules ya se establecía sin equívoco – muchos para el Centro Democrático, varios para el partido Conservador, algunos para el Liberal, pocos para el Polo, etcétera – y así como se lo deducía, tal cual quedaba.
La Registraduría debe estar atenta a los fraudes, porque la sociedad colombiana ya no es la de antes.
Por: Emilio Jiménez Santiusti.

