Sofonías Rodríguez.

EL DIMINUTIVO: NUESTRO LADO HUMILDE?

Sofonías Rodríguez M.

Es apenas lógico deducir que cuando los españoles introdujeron en el continente americano, la lengua castellana, cada pueblo adoptó su particular manera de hablarla, sobretodo en la pronunciación y entonación que surgió de acuerdo a los rasgos y características de los habitantes en las diferentes regiones, lo cual permitió una especie de identidad lingüística.

Muchos afirman que es en el departamento de Nariño donde se habla mejor el castellano, o en el peor de los casos donde menos se lo maltrata, destacando la fidelidad en la dicción de las palabras, hecho que en otros departamentos poco se cumple. Sin embargo, el fenómeno de la comunidad hablante en el sur del país, es la supervivencia de una manía inoficiosa de utilizar diminutivos dependiendo de la necesidad del mensaje.

De acuerdo a reseñas históricas, el sólo hecho de estar en la franja limítrofe con el Ecuador, muchas versiones coinciden en señalar que algunas tribus de ese país se acostumbraron a usar expresiones en diminutivo, incluyendo nombres acciones, adverbios y calificativos, que algunos tratadistas lo llaman contagio lingüístico. Aquí se destacan vocablos como guambrita, taitico, patroncito, chullita, chumadito, apaisito, utilizados acá también.

En nuestro departamento los diminutivos han sido como estrategias de amabilidad para conseguir algo en la mayoría de los casos con resultados favorables: “Hágame el favorcito de prestarme unos diez mil pesitos?.-Jefecito será que me puede firmar estos papelitos? Deme otro placito para pagarle la deudita? Ya diítas le vengo rogando a mi Diosito.-El guagüita de mi comadrita está malito.

Algunos no saben definir en este manejo particular del idioma, si es complejo o costumbre el hecho de diminutivizar en ocasiones las categorías gramaticales calificativos: bonitica, sucito, limpito, adverbios. Allicito, arribita, aquisito, sustantivos:Hilito, maticas y hasta nombres y apellidos como:Juancito, Julito, Carlitos, Cabrerita, Muñozcito, Burbanito.

Lo raro de este tendencia lingüística y que para muchos no puede justificarse, es que el nariñense si bien es muy amigo y a veces esclavo de este modo particular del habla en tertulias y conversaciones, no sucede lo mismo con la escritura.- En otros términos por más que se empleen diminutivos en la comunicación cotidiana, nunca se escribe de la misma forma. Esto significa que lo fiel a su idioma se demuestra escribiéndolo.

Esta tendencia de lenguaje oral, todavía subsiste entre la población campesina que sigue la utilizando y mostrando su lado humilde quizá como estrategia de
vida.

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