Jonathan Alexander España Eraso

El cuento atómico o la épica de lo breve (II parte)

 

Los cuentos atómicos (…) son el placer individual de aquello que siempre será puro comienzo, paso inicial hacia ninguna parte. Interrupción consciente del viaje o del camino que convierte en cuestión momentánea la circunstancia o las perspectivas de ambos. Viaje por entre los significados.

Umberto Senegal

 

 

Si se piensa el cuento atómico en transformación, se puede decir que él es lo miniaturizante, la imaginación de quien escribe, que no se limita, y se destaca, y se va, se marcha y se manifiesta entre lejanías, y, por ello, es susceptible de estar fuera de sitio, con espacios y tiempos únicos. Ese motivo genera que lo breve se direccione por huellas, rastros de la anécdota, que cada vez producen un lugar habitable donde el escritor dona la concisión para que ésta se materialice como el referente que hace imaginario lo real.

Lo que reaparece en la página, se orienta en el silencio y se reconoce en él, con el fin de asediar al lector que se reinventa en sus diferencias. Es así como quien se aventura a escribir cuentos atómicos se recrea en el ritmo de lo que llega, en el tono de lo que les destina a sus lectores que es el horizonte de lo alusivo.

 En el cuento atómico se dimensionan instantes de entrega que dan apertura a lo secreto de lo que se dice y se puede decir. Su evocación trasciende el peso de la memoria y crea formas de paso que nos permiten ser lo que no esperamos. Así el atómico se expone a un fondo de espectralidad.

Aunque hay en esto un movimiento de lectura cauteloso. El inicio es el inicio del cuento atómico, pero ¿qué hay antes de él? Con el propósito de hallar la fuente creadora, el cuento atómico es la carnalidad de lo breve que se manifiesta como la tierra desnuda, el despeje, la claridad que se da en su articulación, en su sustitución, en las frases que relampaguean en lo que desertamos.

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De todas maneras, el escritor de cuentos atómicos habita en lo impensado del movimiento de lo narrativo que no es más que la búsqueda interminable en el desierto de la página en blanco.

 

«Quien se aventura a escribir cuentos atómicos se recrea en el ritmo de lo que llega, en el tono de lo que les destina a sus lectores que es el horizonte de lo alusivo».

 

¿Qué hay de épica en lo breve? ¿Se encuentra la épica antes o después de lo breve? En el caso de la escritura de cuentos atómicos, una experiencia de lo narrable le apunta a las palabras. Su aparecer, se da como un diálogo en los tiempos del origen, con un inicio cuyo signo mayor es el escape, la huida, lo inasible.

El escritor de atómicos va a la épica y vuelve sutil, enceguecido por la luz de los umbrales. Ahí se manifiesta un modo otro del escribir, un modo ciertamente difuso, matinal, fugitivo, del que se sospecha que no es precisamente otro lugar, sino lo que antecede a todo lugar: el antes de lo breve.

Quizá el blanco de la página sirva para entender la pureza de los cuentos atómicos como señales para habitar las raíces. Por eso, el atómico no apunta a otra cosa que hacerse a sí mismo desde su irreversible aparición.

Por: Jonathan Alexander España Eraso