EDITORIAL

EL CALVARIO DE NUESTRA COSTA PACÍFICA

Lamentablemente de nuevo nuestra costa Pacífica vuelve a ser escenario de una dolorosa noticia nacional a consecuencia del asesinato en las últimas horas de un gobernador suplente del pueblo Awá y de dos integrantes de su cuerpo de seguridad.

Esto hecho de violencia, nos demuestra una vez más, la vulnerabilidad que azota sin piedad a nuestras poblaciones indígenas en especial las que habitan la vasta geografía de nuestra costa nariñense. Nos estamos refiriendo a una violencia que no es de ahora, sino que viene de muchos años atrás, la cual sin ninguna duda se constituye de la mano del narcotráfico, en sus principales flagelos y cortapisa para el desarrollo de una región privilegiada por la naturaleza, que merece un mejor destino.

Es triste afirmar que la ocurrencia de una masacre en Tumaco o en cualquier otra región de la costa Pacífica de nuestro Departamento se ha convertido en un hecho cotidiano, contra el cual nada se ha podido hacer. Es así como a través de los diferentes gobiernos que han pasado, se han tenido toda clase de ofrecimientos y promesas en torno a acciones tendientes a enfrentar y acabar con los factores generadores de violencia, pero los resultados están a la vista, puesto que la violencia no cede y, al contrario, se incrementa cada día que pasa.

 

«Lamentablemente de nuevo nuestra costa Pacífica vuelve a ser escenario de una dolorosa noticia nacional a consecuencia del asesinato en las últimas horas de un gobernador suplente del pueblo Awá y de dos integrantes de su cuerpo de seguridad».

 

En ese sentido, nosotros compartimos plenamente los puntos de vista de quienes de manera reiterada han señalado que para acabar con esta problemática en la en la costa Pacífica de Nariño, la solución no es la obvia de incrementar la presencia de la fuerza pública, sino la de poner en marcha programas sociales que la región pide a gritos.

La continuidad de estas masacres nos pone a pensar que le espera un gran reto al presidente electo, Gustavo Petro, en lo que tiene que ver con la necesaria pacificación de esta importante zona no solo del Departamento, sino del país. Una región           que, a consecuencia de los cultivos ilícitos, el narcotráfico, las disidencias de las Farc, la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional, las bandas criminales, afronta un calvario que parece no tener fin.

Creemos que este sangriento episodio que acaba de conmocionar no solo a Nariño, sino al país en general, debe ser tomado por el Gobierno próximo como una campanada de alerta, para de esta manera empezar a diseñar las estrategias que se requieren con urgencia para entrar a hacerle frente a una situación que requiere con urgencia de una solución, en una región que como nuestra costa Pacífica desde hace años se constituye en una peligrosa bomba de tiempo.

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Tenemos entonces, que de acuerdo con las informaciones suministradas por Indepaz, el asesinato perpetrado en las últimas horas en contra del líder indígena, Juan Moreano y sus dos acompañantes es la masacre número 49 que se registra en Colombia en lo que va corrido del año, lo que en el mismo lapso aumenta a 96 el número de líderes asesinados. Estamos haciendo referencia a unas cifras inquietantes, las cuales nos remontan a hace diez años, cuando en el 2012, el país afrontó una espantosa serie de masacres.

Acompañamos al pueblo Awá, en estos instantes de intenso dolor, por la pérdida de su gobernador suplente y la muerte también de sus dos acompañantes, quienes fueron atacados por los promotores de la violencia, cuando luego de una reunión se disponían a retornar a sus casas.

Y nos parece muy bien, que de inmediato el Gobierno Nacional, haya tomado cartas en este trágico hecho con el nombramiento de una comisión especial de la Fiscalía General de la Nación, que desde ya inició las investigaciones de rigor, en un intento de establecer las responsabilidades en este triple homicidio.

Como lo dice Indepaz, hay que darles la mano a los indígenas, no solo ahora cuando son víctimas de la violencia, sino siempre, apoyando sus emprendimientos y brindándoles una adecuada protección contra los grupos armados ilegales, que los tienen en la mira.