Por Ricaurte Losada Valderrama
Es un hecho sobresaliente y grave, atentatorio contra todos los valores, principios y derechos esenciales, partiendo de la vida, que nuestra historia está desde la independencia llena de conflictos, como son naturales y normales en toda sociedad, pero no solucionados mediante acuerdos mínimos en los temas esenciales, sino agravados a través de la guerra, la inseguridad, los atentados y los magnicidios.
El perpetrado en la figura joven del senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay tiene consternado al país y herida como en tantas ocasiones el alma nacional.
Además, se dice que también se atentaría contra el expresidente Álvaro Uribe Vélez y otros líderes mediante el ofrecimiento de una cifra millonaria, exorbitante y oprobiosa.
En consecuencia, entre las preguntas y dudas que nos hacemos los colombianos a quienes la grave situación afecta nuestras fibras más sensibles, se encuentra la referida a que ¿con cuáles garantías se podrá realizar la campaña presidencial y de Congreso?, pues estas son muy escasas y, por ende, limitan en alto grado la democracia y con ello la incidencia positiva en el futuro del país, con mayor razón cuando muchos partidos y candidatos no creen que el gobierno les brinde las garantías indispensables para la realización de su proselitismo.
Se agrega a esto la rampante inseguridad general, en la que ronda la muerte y la destrucción, situación que aun causa mayor preocupación que se esté reconociendo por el propio gobierno que los grupos al margen de la ley tienen mejor tecnología y, en general, que pueden decidir con más facilidad y prontitud que el Estado, que debido a los trámites legales y a la falta de recursos se encuentra en desigualdad de condiciones frente a los grupos al margen de la ley, financiados por el narcotráfico, manifestación y realidad ésta que es grave y aplastante.
Pero lo último que podríamos perder sería la fe y la esperanza en nuestro futuro, lleno de grandes posibilidades de desarrollo y prosperidad, si somos capaces de enderezar el camino, partiendo de mantener la democracia y la institucionalidad, preservando el Estado de Derecho y haciendo realidad el Estado social, mediante el concurso real de todos los sectores, no desconociendo ninguno y haciendo concertación y diálogo, como premisas esenciales de la convivencia y de la democracia.
No queda otro camino que bajarle el tono a la confrontación y a la polarización, exponiendo las ideas con respeto por las ajenas; entendiendo que somos todos miembros de un mismo proyecto de Nación y Estado; comprendiendo que si hemos vivido en medio de la guerra y aun así hemos avanzado, cómo sería de esplendoroso nuestro futuro si camináramos por el sendero del respeto y, en general, del reconocimiento de los derechos y de los deberes de todos.
Mientras tanto, fuerza Miguel. El país, independientemente de cualquier consideración, le acompaña con fervor. Ha sabido usted sacar la garra, la paciencia y la lucha, calidades entre muchas que adornaron la vida y el quehacer por Colombia de su abuelo, el expresidente Julio César Turbay Ayala.
Y se impone construir escenarios adecuados a través de los cuales se diseñe y ejecute un programa de sociedad y Estado, no de gobierno, pues por esta, entre otras razones, estamos en preocupante incertidumbre.
@ricaurtelosada

