RICARDO SARASTY

EL AMOR EFICAZ

 La sociedad colombiana fue acostumbrada a referirse al sacerdote Camilo Torres con trato despectivo. Los contadores de la historia de este país proclives a verlo y valorarlo todo desde sus prejuicios económicos, políticos y religiosos no hablan de él, como si no se reconociera en persona del líder sacrificado al colombiano más característico del tiempo en el que le correspondió vivir y morir 1929-1966.  Es que durante todos estos años Colombia no fue sino el caldo de cultivo de una violencia que aún no para, porque esta de ahora es la misma de entonces, pero metamorfoseada, como lo constatan los acontecimientos que deben su importancia a las secuelas que se ha tenido que sufrir en todos los órdenes social, político, económico y cultural, una vez cumplidos. El sacerdote Camilo Torres Restrepo sí fue un hombre de su época y no por otro motivo su compromiso religioso estuvo encaminado a vivenciar el evangelio por fuera de los templos, en la parroquia, entendida ella en su significado literal, la calle, la plaza, el barrio, ahí donde estrechó mano con mano de la gente de la misma estirpe con la que anduvo su maestro Jesús Cristo, entiéndase los pobres.

Desde la muerte a hachazos del líder político liberal Rafael Uribe Uribe, sucedida en 1914 hasta la de Jorge Eliecer Gaitán mandado a matar un 9 de abril de 1948, unida a la muerte de los estudiantes de la Universidad Nacional el 7 de junio de 1929, año en el que nació el cura Camilo precisamente, más la de los abaleados 25 años después durante el gobierno de Rojas Pinilla. Todas estas acciones violentas no debieron pasar desapercibidas en la mente y la sensibilidad de un ser cuya vocación estuvo alimentada por la proclama más revolucionaria, amar al prójimo como así mismo, pronunciada por su maestro ante un pueblo que había sufrido la discriminación de la clase gobernante y dueña del aparato productivo, de ese sector de la sociedad que siempre se ha negado a reconocer en el otro al sujeto de derechos y al objetivo de toda justicia. Así lo comprendió y por ello habló del amor eficaz, como ese hacer continuo de cosas en pro de la consecución de una nueva oportunidad de vivir con dignidad sobre la tierra para los despojados, sin tener que posponer la felicidad para cuando les toque estar en el cielo.  

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Solo que lograr que uno ame al otro como así mismo nunca ha sido posible ahí donde solo unos pocos han convertido en palabra de Dios el relato en el que ellos son los escogidos como los pastores del rebaño mientras los demás, en su carácter de ovejas, no pueden aprender sino a obedecer, a ser mansos. Tanto así que al mismo Jesús le costó morir por ello, sin que les importara mucho comprobar que era o no era el hijo de Dios. Convertir al amor en principio y fin de toda actividad humana en atención a que no puede ser de otra manera, si se reconoce la creación divina como el acto de amor más grande posible, jamás ha sido posible. Con mayor resistencia en donde nunca ha existido convicción diferente de la que lleva únicamente a pensar en un mundo hecho para que unos pocos sean los redimidos mientras la mayoría es la sometida a los castigos propiciados por un dios tan cruel que admite el crimen de ser necesario para su redención. No por otra razón en esas naciones la dulzura de un Dios bueno es merecedora de toda forma de proscripción en la carne y los huesos de todos aquellos que más que predicarla la han practicado, así tal cual le pasó a Camilo, a quien persiguieron hasta llevarlo a donde pudieron cobrarle la osadía de amar. ricardosarasty32@hotmail.com